Como ya es costumbre las declaraciones del actual presidente un día nos sorprenden y al otro también y uno de esos temas controversiales que han logrado despertar el enfado de muchos y el entusiasmo de otros, es el reparto de una cartilla moral. Antes de adentrarnos en la idea planeada por el presidente volvamos al origen, tratemos de entender de donde surge esta idea que por lo menos en esta ocasión, no parece ser “mera ocurrencia”.

Elva María Maya Marquez
Hablar de Sociedad Civil es hablar de la sociedad organizada y en el caso de México, remite a un proceso lento que al pasar de los años ha ido ganado terreno.
Una actividad como la investigación, el desarrollo científico y tecnológico son temas fundamentales para alcanzar un crecimiento económico y bienestar social, en el caso de México a pesar de los esfuerzos realizados, la inversión es muy baja en comparación con otros países y no alcanza ni siquiera el 1% del Producto Interno Bruto (PIB).
Lo acontecido el domingo 1° de julio de 2018, probablemente será recordado como las elecciones que cambiaron a México en nuestra historia reciente, a un año de estos comicios electorales, algunos ciudadanos aún transitan entre el rechazo, el asombro, la aceptación y porque no, hasta la indiferencia respecto a los resultados obtenidos que aunque cueste reconocer, vino a darnos una especie de sacudida que invariablemente ha llevado a replantear la dinámica del país.
Hablar de jóvenes en el caso de México, nos lleva a pensar en más de 30 millones de habitantes entre 15 y 29 años, de acuerdo con cifras proporcionadas por el INEGI. Ser joven, remite indiscutiblemente a una experiencia de transición a la vida adulta que se vive de manera distinta de acuerdo a factores sociales, económicos y culturales.
Muy a nuestro pesar, México se ha ganado esos nada gratos primeros lugares en temas preocupantes como feminicidios, embarazo adolescente, desigualdad, corrupción y lamentablemente en obesidad; este último considerado un problema de salud pública que cada vez afecta más a la población mexicana.
En los últimos años, el crecimiento de los programas sociales se ha dado de manera desmedida, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) tan solo en 2018, se detectaron más de 6 mil programas sociales entre federales, estatales y municipales, donde la constante ha sido la duplicidad y la similitud entre unos y otros que al final del día, no han logrado ser parte de un cambio que logre transformar las condiciones de vida de las personas.
Para nadie es nuevo o resulta sorprendente saber que México sea un país de contrastes, las brechas de desigualdad que históricamente han prevalecido son abismales y para muestra, ese privilegiado 1% de la población global que acaparó el 82% de la riqueza generada en el mundo durante 2017, de acuerdo con información presentada el año pasado por la Organización Internacional Oxfam, la cual trabaja en más de 90 países para poner fin a la injusticia de la pobreza y acabar con la desigualdad.
La niñez es una etapa que evoca a la esperanza y representa la posibilidad de pensar en cambios para construir algo mejor a partir de lo que se tiene. La primera infancia, es fundamental en el desarrollo personal, intelectual y afectivo de todas las personas, ya que es un periodo en el cual se adoptan y familiarizan actitudes, valores y principios que difícilmente desaparecerán si se asimilan y practican desde edad temprana.
La mordida, el moche, el que no tranza no avanza, son parte de un ejemplo ilustrativo de corrupción normalizada, cotidiana y aceptada en nuestro país, el cual se ubica en el lugar 135 de 180 países de acuerdo al Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional (TI), a nivel regional las cosas no son muy distintas, ya que en la evaluación realizada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE),México se ubica entre las peores posiciones de América Latina y el Caribe, información que fue presentada en diciembre del año pasado.