“La Loba” siempre fue una leyenda en Chimalhuacán

Chimalhuacán, Méx.- Era el 20 de octubre de 1990 y el reportero por fin podía entrevistar a doña Guadalupe Buendía Torres, alias “La Loba”, quien ya era considerada una leyenda en la zona oriente del Estado de México.
-Oiga, doña Guadalupe, es verdad que usted ha sido demandada 64 veces?
-Fíjate que no. No son 64, son 71 actas en mi contra. He estado 8 veces en el penal de Molino de Flores (en Texcoco), pero nunca he sido procesada. En cuatro ocasiones he pagado el mismo delito: daños en propiedad ajena, despojo, robo de material. En 1983 permanecí 21 días encerrada, por un problema con comuneros, y salí bajo fianza. Raymundo Olivares (exsíndico procurador de Chimaluacán) fue mi testigo de calidad, aunque ahora es el que más me “tira”…
“A mí no necesitan demandarme -continuaba la entrevistada-, Yo me presento sola a declarar. Sí, efectivamente, nací en Chimalhuacán, en el barrio de Xochiaca. Tengo marido, hijos, animales, y también creo en Dios y en la Virgen de Guadalupe. Yo les doy las gracias a los periodistas, porque me han hecho famosa”.
“¿Qué por qué me dicen La Loba? Pues… ocurrió hace mucho tiempo. Tenía yo 13 o 14 años cuando tuve un altercado con una vecina. Mi perra, que se llamaba Loba, venció a la suya, “Merecumbé”. Y lo que son las cosas. La señora que me puso ese apodo es hoy mi consuegra”.
Guadalupe Buendía Torres hablaba con desenfado. “Lo que es y ya”, señalaba. Sus enemigos, dentro y fuera del municipio, la acusaban de fraccionar ilegalmente 7 mil predios de la colonia Guadalupe, y de asociarse con la Cresem (Comisión para la Regularización del Suelo en el Estado de México), para lotificar el resto del municipio. Sin embargo, acostumbrada a los “golpes” de la prensa, respondía tajante:
“Ni me protege gobierno (sic) ni estoy coludida con la Cresem. Lo que dicen de mí me causa risa. Que me enseñen un contrato donde haya vendido un solo predio fuera de mis propiedades. Si ganas no me faltan de ser fraccionadora. Además, siempre me preguntan si soy de Chimalhuacán, pero yo siempre les respondo lo mismo: No, no soy de Chimalhuacán, Chimalhuacán es mío…”
Rodeada por sus “representantes legales”, Andrea Reyes Retana y Enrique Suárez Caballero, así como 4 de sus hijos que todo el tiempo se mantenían pegados a radios transmisores, “La Loba” advertía al reportero: “Y deja de estar publicando las pendejadas que has publicado en el periódico… Mi gente está furiosa contigo y yo no voy a intervenir si te encueran y te cuelgan de un árbol. También tus compañeritos se están acercando mucho a la olla de los camotes…”
Andrea Reyes Retana tercia en la plática y aclara al reportero: “El abuelo de doña Guadalupe era un hombre muy rico. Tenía 120 títulos de propiedad y antes de morir le heredó 40. Los demás se los repartieron otros familiares, así que actualmente poseemos la franja de Alamontitla y Orillal, los campos de futbol y propiedades diversas en barrios como Atenco, Acuitlapilco, etcétera. En total, 100 hectáreas. Bueno, hasta el predio donde se construye el hospital (hoy de 90 Camas), era de nosotros, solo que nos hicieron donarlo “a fuerzas”.
Tres días después de aquella plática, invitado por doña Guadalupe a su casa, en la calle de Las Flores número 21 (barrio de Xochiaca), el reportero pasó hasta la cocina y ahí esperó a que la anfitriona terminara de lavar los trastes y sirviera la comida del día. En la mesa, sin testigos ni guardaespaldas, tres personas convivían afablemente. Eran doña Guadalupe y su “compadrito del alma”, Jesús Tolentino Román Bojórquez. Quien esto escribe, a veces callado, observaba atento…