Con cubrebocas y a distancia, refuerzan la fe

Toluca, Méx.- Ni la contingencia sanitaria por la que atraviesa del mundo por el Coronavirus, ni el resguardo en casa detiene la fe de las personas. De una a una, las personas son escuchadas con el sacerdote quien a una distancia mayor a un metro escuchaba atento a los feligreses, a quienes su necesidad de un consejo los llama a las afueras de la iglesia de la Santa Veracruz.
Con un cubrebocas improvisado elaborado con una servilleta, grapas y ligas, el sacerdote sentado en una silla, con rosario en mano y un balde de agua bendita se ubican en la parte externa del recinto religioso, el cual, a pesar de que está abierto no tiene gente, pero los pocos que llegan se sientan separados mientras otros optan por la confesión.
A más de metro y medio de distancia, el padre escucha atentamente a los feligreses que requieren de la confesión, creencia que muchos siguen y aunque las cuestiones sanitarias impidan la celebración religiosa, no dudan en acercarse a tener un momento de tranquilidad y plática consigo mismos.
Por su parte, el padre platicó que las órdenes fueron muy estrictas, no deben tener contacto con la población, las misas y ceremonias religiosas están suspendidas hasta que se levante la contingencia. Aunque la población está renuente a acatar estas medidas, les hace entender que la emergencia está latente y de manera pronta, esperan regresar a la normalidad.
Aunque la atención es solo por unas horas, el padre mencionó que las personas que se acercan son mayormente mujeres, quienes por el momento acuden solo con una persona, no llevan niños y es raro la que porta cubrebocas.
Reconoció que en poco tiempo el mundo cambió de rumbo. Lo que se creía imposible, sucedió. El ritmo acelerado de la vida, la falta de tiempo para tantas cosas, las prisas y la aglomeración cada vez mayor, se detuvieron. Y ahora, en muchos países, se experimenta la cuarentena en casa.
“Creo que es una experiencia que nos confronta con la limitación humana. Somos criaturas vulnerables y limitadas. Aunque el progreso y el dinero parecen abrirnos todas las puertas y hacernos creer que lo dominamos todo, la misma realidad se encarga de recordarnos que el misterio de la vida y de la muerte, siempre nos desborda y no podemos agarrarlo en nuestras manos y determinar completamente el presente y menos el futuro”, dijo.