Punto de quiebre

Mientras en Toluca Juan Rodolfo Sánchez Gómez goza aún de una muy buena reputación, a pesar de haber despedido a cientos de trabajadores sin liquidación y sin recibir finiquito, debido a que aún son muy bien vistos los cadetes que están todo el día en nuestras calles; a nuestro señor Presidente le ha llegado el punto en el que la circunstancia empieza a empeorarse.
Hace algunos años en el gobierno de Peña Nieto, todo parecía miel sobre hojuelas los dos primeros años, que fue digamos, el periodo que duró el Pacto por México, donde unió fuerzas la presidencia y los partidos para levantar algunas reformas y hacerlas realidad. Pero de a poco se fue observando cómo la opinión pública le fue desmejorando, con sus declaraciones de libros, su corazoncito con forma de manzana, pero, sobre todo, con el gremio magisterial que se le puso en contra y su casa blanca.
En estos días, ahora a nuestro Presidente Andrés Manuel López Obrador, de a poco va perdiendo fuerza en su aceptación y popularidad debido a que se va llenando de piedritas la paciencia de las personas, o más bien, es que cada paso que da, parece una ocurrencia que, además, no termina de cuajar como proyecto terminado. Podemos hablar de su controvertida decisión de cancelar Texcoco por el aeropuerto de Santa Lucía, que tiene un monte a un lado y que resultó ser zona arqueológica, en donde empezaron la construcción sin permisos y entre amparos interpuestos, hasta el INSABI, la falta de medicamento, los servicios de quimioterapias donde los padres de los niños con cáncer dicen que no hay servicio y el gobierno dice que sí, la captura y “descaptura” del hijo del Chapo, hasta la famosísima venta del avión que resultó no ser una ocurrencia, que ya se había planeado, pero su explicación resultó tan inverosímil que ahora resulta que la rifa es por el dinero de parte del avión.
De a poco, el pueblo que convencido votó por él, se da cuenta de que no tiene razón por el simple hecho de decir que la tiene, porque cada discurso que se proclama en las mañanas, aunque en ocasiones cómico, no coincide con los hechos ni con los planes del gobierno.
El último golpe recibido en el gobierno fue el representativo de las mujeres y las feministas, donde reclaman y exigen cuentas, porque en el discurso se explicó que con amor y buenas maneras se iba a acabar el crimen, pero que las cifras no revierten. (aclaro que es imposible solicitarle que se acaben de un día al otro los delitos porque sin duda es una tendencia, sin embargo, no se ha si quiera desacelerado el número de víctimas, que eso sí podría ser exigible).
Hoy en materia económica no hay progreso, en materia de salud no hay protección, en proyectos de gobierno hay estancamiento y en materia de seguridad no hay ni abrazos para la sociedad victimizada. Todo esto ya va mermando la popularidad de AMLO, creo yo, muy temprano en comparación con los más de dos años que duró Peña Nieto.
Ojalá que por lo menos se mantenga con cierta credibilidad nuestro presidente, porque nadie quiere que, a su dirigente y representante a nivel mundial, se le vea como un cero a la izquierda, donde su palabra no valga nada. La credibilidad es el extra cuando se alcanza la congruencia entre lo que se dice y lo que se hace.