El derecho a manifestarse

Protestas, marchas y multitudes en las calles, es así como transcurren los días en el centro del país y en algunas otras ciudades. El malestar e inconformidad de una sociedad que se siente traicionada ante tantas mentiras, omisiones e incapacidad por parte de las autoridades para rendir cuentas e impartir justicia, han encontrado en la toma del espacio público la manera de hacerse visibles.
La protesta social y ciudadana se ha convertido en el mecanismo a través del cual los ciudadanos buscan evidenciar todas aquellas problemáticas sociales, ese coraje y frustración ante un Estado que no ha logrado garantizar el bienestar de sus ciudadanos. En este contexto, el derecho a la libre expresión se ha convertido en la mejor herramienta para emitir opiniones, ideas y puntos de vista pero también para hacer pública una agenda pendiente o que lamentablemente no ha sido atendida de manera clara y contundente.
Hoy, tenemos una sociedad enojada que está dispuesta a hacer justicia por su propia mano esto, porque se le ha mentido, porque le dan a conocer verdades a medias y la justicia, se imparte de manera injusta, generando un sentimiento de descontento ante una falta de respuesta a sus necesidades, problemas y demandas.
La opinión respecto a las movilizaciones se encuentra polarizada entre aquellos que lo ven como actos legítimos y hasta valientes y otros, que muestran un rechazo total al pensar que este tipo de manifestaciones generan caos y desorden social sin embargo, cuando se es afortunado al no ser parte de cifras de impunidad e injusticia, resulta más sencillo emitir comentarios de descalificación hacia quienes salen a las calles a pedir que las autoridades hagan su trabajo.
Difícil y hasta irresponsable criticar o juzgar de manera deliberada a las personas que forman parte de estos actos públicos. La gente que se da cita es mucha y diversa, la gran mayoría con un interés genuino de que las cosas cambien y que su situación lleve a la no repetición de un evento similar. Cómo decirle a una madre o un padre de familia que no salga a las calles a pedir se investigue su caso, se le dé una respuesta y se imparta justicia por un familiar desaparecido, por la pérdida del mismo de manera violenta, por la escases de medicamentos que pueden hacer la diferencia entre la vida o la perdida de la misma.
Las marchas y protesta han tenido un componente de violencia que hacen que el objetivo y el sentido de la misma se tergiverse no obstante, no se puede negar que existe gente infiltrada o grupos de personas que lo único que pretende es desvirtuar el movimiento y hacer creer al grueso de la población que este tipo de acciones solo contribuyen al malestar y encono social.
Necesitamos que las protestas se conviertan en propuestas, que los discursos vengan de la comprensión y la razón, que no sean mensajes vacíos y sin sentido. Requerimos de manera urgente mejores gobernantes capaces de ver más allá de intereses personales, cupulares y hasta mezquinos.
Las movilizaciones son el termómetro social para medir los niveles de descontento que vive el país. Este México se está desgatando cada vez más, las instituciones son incapaces de atender y cumplir los objetivos y fines para los que fueron creadas, no hay confianza y no es casualidad. Luchemos por preservar los espacios y ejercer nuestra libertad de expresión y asociación, no dejemos que unos cuantos cumplan su objetivo de desviar la atención por las luchas legítimas que merecen ser ganadas.