La gratuidad en los servicios de salud, mensajes que confunden

La salud es uno de los grandes temas de la política social de cualquier país, un factor de cohesión social y un elemento clave para el bienestar individual. Si tuviéramos que situar un momento clave en la historia de México es, 1943, año en que se funda la primera Secretaría de Estado dedicada de manera exclusiva a la salud, la Secretaría de Salubridad y Asistencia hoy, la Secretaría de Salud, se funda la seguridad social representada por el IMSS y un tercer pilar, el primer Instituto Nacional de Salud, el Hospital Infantil de México, el cual dio paso a los grandes Institutos de Especialidades que han sido fundamentales para el desarrollo de investigación.
El sistema de salud puede ser considerado como el servicio público más sensible, donde la vida de un ser humano es la que está de por medio, lleva implícito una carga emocional que quienes han tenido un familiar enfermo lo saben, la salud va más allá de una Secretaría, por lo que requiere de un pacto social donde los sistemas de salud deben definirse como políticas de Estado y no estar mediadas por políticas partidistas.
El 1° de enero, se anunció con bombo y platillo como le gusta a nuestro presidente, la entrada en vigor del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), el cual aparentemente vendría a remplazar al servicio de salud que hasta ese momento aclaro, para el presidente, ni era seguro, ni era popular.
Erróneo descalificar tajantemente todo lo que proviene de administraciones anteriores solo por esa razón. El Seguro Popular, tuvo efectos positivos pero también grandes problemas que corregir, no era perfecto, pero fue un primer paso que pudo ser aprovechado por el actual gobierno para pasar a la historia con la universalización del servicio de salud.
El insabi, se aprueba sin mayor información, no hay datos sólidos financieros, no se hicieron pruebas piloto que permitieran realizar correcciones antes de pensar en su implementación, se aceleró su aprobación sin mayor diálogo y se negaron la posibilidad de escuchar más voces, lo que ha generado una enorme incertidumbre sobre lo que pasará con el acceso a los servicios de salud desde el primer nivel de atención, hasta el tercero.
Es importante brindar información clara y hacer saber a la población los alcances y limitaciones de todo sistema de salud, el cual no puede ser gratuito y manejar este discurso es demagógico e irresponsable. Los servicios de salud son gratuitos en el momento en el que se accede a los mismos, no se debe cobrar cuando la gente está enferma, pero esto no quiere decir que la persona que haga uso del servicio no haya pagado, ya que son financiados por los ciudadanos a través del pago de sus impuestos generales o a través de sus cuotas de seguridad social.
La salud es compleja e incierta, nadie sabe cuándo se va a enfermar, por lo que si queremos contar con un mejor sistema de salud es necesario implementar una estrategia que permita un mayor financiamiento público que brinde gratuidad en el momento del uso, pero no en lo absoluto.
Nuestro sistema de salud nació como un sistema que divide y segrega a la población entre quienes tienen un empleo con salario fijo y aquellos que no, reproduciendo las desigualdades y afectando a los más pobres sin embargo, queda claro que el acceso a los servicios de salud no deben estar vinculados al estatus laboral pero la ruta que hoy se ha decidido no es clara y sí, muy cuestionable.
La salud no lo es todo, pero sin salud no hay nada, exijamos el acceso a este derecho que como ciudadanos tenemos bajo un esquema de reglas claras, cuidemos de nuestro bien más valioso porque sin este, lo demás no tiene sentido.