Nuestro eterno dolor de cabeza

Esta semana se dieron a conocer los resultados de la prueba PISA, programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) un estudio llevado a cabo por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que se aplica cada 3 años y busca conocer en qué medida los estudiantes de 15 años son capaces de utilizar los conocimientos y habilidades necesarios en matemáticas, ciencia y lectura.
Como era de esperarse y seguramente más de uno de ustedes ya está enterado, las cifras simplemente no nos favorecen ya que una vez más estamos reprobados y más allá de citar los porcentajes que dan muestra de ello, los invito a mirar hacia el pasado para tratar de entender el presente y ubicar la realidad o múltiples realidades que nos han traido de manera reiterada a esta situación.
De 1917 a la fecha, nuestro artículo 3° que alude entre otras cosas a una educación gratuita y obligatoria como parte de un derecho fundamental de todas y de todos, ha pasado por cerca de diez reformas, lo cual no es cosa menor, ya que lo que se esconde detrás de estas modificaciones es un deseo ferviente o por lo menos buenas intenciones para que el sistema educativo mexicano pueda cambiar de manera sustancial es decir, que la forma de enseñar y de transmitir el conocimiento impacte de manera favorable en la formación personal, académica y profesional de los estudiantes.
Es una lástima que la educación en nuestro país sea “un derecho” que no todos pueden ejercer, donde la peor educación se da a quienes más lo necesitan y la mejor educación al que menos la requiere, resultado de un país profundamente desigual donde se olvida que más de la mitad de la población se encuentra en condición de pobreza y siguen existiendo escuelas multigrado donde un mismo profesor atiende a los niños de primero a sexto año en condiciones “poco apropiadas” para impartir clase.
En este sentido, parece que las reformas no han servido de mucho, por lo que la mejor reforma en que podemos pensar es aquella que rompa con la idea de que origen es destino y deje de tener más peso el tener conocidos que conocimientos.
En lo que respecta a la prueba PISA, como pensar que se pueden mejorar los resultados si la manera de formar o enseñar no corresponde a lo que se evalúa en dicha prueba, nuestros sistema educativo prepara a los estudiantes para memorizar y resulta que cada determinado tiempo los enfrenta a un examen diseñado para pensar, el cual se adecua a sistemas educativos centrados en el aprendizaje y no en la repetición de contenidos o memorización.
El sistema educativo en México es totalmente desigual y la escuela le cuesta más a la gente pobre ¿Por qué? si lo colocamos en relación a los ingresos, las comunidades más pequeñas deben hacer el doble de esfuerzo, en muchos casos desde construir la escuela, la casa del maestro y hasta alimentarlo, lo cual implica invertir demasiado en relación a su ingreso, sumado a las “cuotas voluntarias” que se deben cubrir ya que de lo contrario, el señalamiento social estará presente.
A esto, se suma el descuido en los programas de estudio, la mala alimentación de algunos de los niños y niñas que acuden a la escuela y casos extremos donde los niños deben cargar con su respectivo bote con agua para hacer uso del sanitario. La educación esta inminentemente atada a las condiciones sociales y si queremos una buena educación, además de hacer mucho trabajo al interior de la escuela, tenemos que hacer mucho trabajo alrededor de la misma. Ahora sí, ustedes juzguen que es lo que hay detrás de los resultados reprobatorios en la prueba PISA.