Elecciones 2020, la reconquista demócrata o la confirmación del efecto Trump

Uno de los acontecimientos más esperados para 2020 en la geopolítica es la elección presidencial de los Estados Unidos de América, unos comicios que atraen la atención por representar la oportunidad de reelección del actual mandatario Donald J. Trump, quien ya anunció oficialmente su intención de contender por un segundo y último mandato, es decir, cuatro años más de gobierno, en espera solamente de ser entronizado en la próxima Asamblea Nacional Republicana a celebrarse del 24 al 27 de agosto en la ciudad de Charlotte, Carolina del Norte.
Por otro lado, es una contienda que ha causado interés por el gran número de aspirantes a la candidatura del partido demócrata (contrario a Trump), veintiocho para ser exactos. Dentro de estos aspirantes destacan cuatro precandidatos: Pete Buttigieg, alcalde de South Bend Indiana y primer candidato abiertamente gay; Elizabeth Warren, ex Senadora y política progresista; así como Joe Viden y Bernie Sanders (quienes ya fueron analizados anteriormente en Trinchera Global), el primero ex vicepresidente de los Estados Unidos en la administración Obama y el segundo un político que se ha autoproclamado en repetidas ocasiones como socialista.
Sin embargo, pese al peso político de los anteriormente citados, al día de hoy parece que ninguno va a poder hacerle frente a la “base” popular que apoya el proyecto de Donald Trump y su “Make America Great Again”. Pero, ¿De dónde surge este apoyo popular?
A manera de respuesta, “Donald J. Trump representa el american dream de los gloriosos años 80 estadounidenses, cuna del más voraz capitalismo y donde la cultura del esfuerzo es casi una religión […] ha conseguido ser el referente de la gran mayoría de la clase media norteamericana, especialmente de la América rural, que lo ha considerado como un fiel reflejo de los valores culturales norteamericanos, alejado del denostado establishment político de Washington D. C.” (Fernández, 2017, págs. 113-114). De lo anterior, se destaca que el Presidente Trump ha desempeñado un papel coherente con su trayectoria empresarial, política y mediática, es decir, es fiel a sus posturas autoritarias, su mimetismo xenófobo y machista, un discurso iracundo e intolerante, así como una política económica proteccionista.
No obstante, pese a todos estos asegunes Donald Trump sigue contando con un fuerte arraigo en el colectivo imaginario de la Norteamérica campirana, de bajo nivel económico y educativo, así como de una sociedad arraigada en las ideas de la supremacía blanca y la intolerancia religiosa o armamentística, motivada en el temor colectivo creado para enaltecer la figura del líder hegemónico. Bajo este tónica “Cuando el temor se apodera de las sociedades, y ya no se puede confiar en la seguridad de las instituciones establecidas, se genera un espacio para el surgimiento de líderes carismáticos y erráticos como Trump, cuyas decisiones se dirigen a alimentar un populismo autoritario y excluyente […]” (Orjuela, Chagas-Bastos, & Chenou, 2017, pág. 109), de ahí la idea que ha surgido de que Trump representa el ideario del populismo de derecha, igual de virulento que el de izquierda, pero con la diferencia que al dominar los medios de producción y el aparato gubernamental es todavía más peligroso.
En otro orden de ideas, en el plano económico y derivado de las pugnas comerciales con China, México y la Unión Europea, las medidas proteccionistas de Trump han desestabilizado fuertemente los mercados, mismos que en tres años no han podido entender la lógica de sus negociaciones, toda vez que a veces son eminentemente keynesianas (proteccionistas) y otras sumamente friedmanianas (mercantilistas). Al respecto, “Las inclinaciones proteccionistas de la administración Trump han inyectado una gran dosis de incertidumbre en el comercio mundial” (Navarrete, 2017, pág. 50). Esa incertidumbre, ha gestado que la política integracionista que durante años dictó el deber ser de las relaciones económicas internacionales, hoy en día estén cambiando a negociaciones “one by one”.
Bajo este entendido, “El carácter estructural de la actual situación internacional se expresa, también, en el hecho de que Estados Unidos es hoy una potencia exhausta que ya no está en condiciones de mantener su hegemonía mundial” (Orjuela, Chagas-Bastos, & Chenou, 2017, pág. 108). Esta afirmación pudiera parecer un tanto aventurada, aunque si se considera la actual investigación de “impeachment” que se le está siguiendo al presidente norteamericano al interior de la Cámara de Representantes, por la acusación de las presiones políticas en contra del gobierno de Ucrania, se advierte que precisamente ese desgaste del establishment norteamericano no es por factores provenientes del exterior, sino una desesperada apuesta por parte de los demócratas para evitar sucumbir nuevamente frente al efecto Trump.
Twitter: @EdgarMaPe
Referencias:
Fernández, J. A. (enero-febrero de 2017). Efecto Trump. Nuevas incertidumbres y oportunidades en la geopolítica mundial. (M. d. Defesa, Ed.) Revista general de marina, 113-127.
Navarrete, J. E. (mayo-agosto de 2017). Trump y la coyuntura económica global. (UNAM, Ed.) Economía UNAM, 14(41), 40-56.
Orjuela, L. J., Chagas-Bastos, F. H., & Chenou, J.-M. (julio-septiembre de 2017). El incierto “efecto Trump” en el orden global. (U. d. Andes, Ed.) Revista de Estudios Sociales(61), 107-111.