A ver…hágalo usted!

De escuincle con bucles y toda la cosa, no reparaba ni un momento en la inmensa felicidad que me producía tener un contacto con el mundo deportivo, obviamente era de la manera más intensa de recreación y en compañía de mis hermanos, primos y amigos gozaba cualquier disciplina que se presentara. Lo mismo era el interminable futbol donde fuera, que el béisbol, basquetbol, americano, voleibol, y todos aquellos que te imaginas y que, seguramente también en su tiempo y espacio llegaste a practicar y/o desarrollar.
La condición que adopte siempre fue la de hacer y/o practicar deporte. Lo he conseguido y espero seguir haciéndolo, porque quienes nos dedicamos a ciertas responsabilidades públicas deberíamos comenzar con el ejemplo y en lo particular, creo firmemente en esto y más aún cuando retumba en mi interior aquella frase de hace muchossss años, donde un exalumno me dijo: “…a ver profe hágalo usted…” esto ocurrió en mi paso por la Secundaria 3 de Toluca. Ya tenía mi andar en las instituciones educativas y aquella tarde más allá de enfadarme o tomarlo desafiante, aludí un inevitable y doble compromiso conmigo, con los alumnos, con los padres de familia, directivos y con la sociedad. Entonces abrace todavía más fuerte mis profesiones y oficios y decidí no ser del montón y a mi paso dejar algo de huella.
Me regreso tantito. Durante mi niñez-adolescencia veía y trataba de practicar de todo tipo de deportes. Los jugadores de aquella época eran mi fuente de inspiración y entonces recortaba cualquier cantidad de imágenes con sus efigies, mismas que después pegaba con ese Resistol líquido en la puerta del closet con la alta plegaria que mis padres no mes las despegaran y mucho menos me tundieran. Tenía entonces cualquier cantidad de figuras y me sabía una a una, equipos, colores, años, edades, etc., y sí, ahí se fueron fincando muchos sueños…yo era una chaval y veía a los de 20-30 grandes y se me hacía tannnnnn lejano; ja! que iluso verdad?…
Con el correr del padre cronos y decirle a mi jefecita una tarde de diciembre que el arbolito de navidad (artificial), aquél blanco majestuoso se había encogido, y con tremenda sonrisa en sus labios y quizás (no lo recuerdo bien) con una lágrima rodando en sus mejillas, me dijo lo impensable y lo inimaginable: “…no Pedrín (así me decían) el arbolito no se encogió…ya creciste…sniffff” A partir de ahí mis emociones, sentimientos y realidades han sido una constante en esa evolución, pero siempre de la mano del deporte como quiera que sea y donde sea.
Con aquella feroz realidad y poco a poco consciente del cambio hormonal y físico, mis intereses fueron siendo otros pero no dejaba mis sueños, sabía que aunque fuera viejo a los 40 ya habría conseguido algo y haber hecho algo positivo por la vida. No pensaba siquiera en que los años me iban comiendo a pasos agigantados, tampoco hilvanaba en que todo tiene su momento y más aún, en ocasiones trataba de acelerar el trote para, según yo, llegar, probar y cosechar. A veces así fue, o quizás nunca y me lo imaginé…
Pero hoy, con un cúmulo de vivencias en varios terrenos personales y profesionales, me asalta un momento mágico: antes (años atrás) pensaba que los individuos de 50 años eran grandes, los veía como un modelo al que no pensaba en llegar y no por no hacerlo, sino porque se me hacía lejano y por ende con ciertas características peculiares. Estoy convencido de que tanto tu como yo echábamos a volar la imaginación y hacíamos el ejercicio de cómo nos veríamos a esa edad, independientemente de lo que hiciéramos en el sector productivo.
El detalle era ejemplar. Al menos yo decía: carajo! qué osadía seguir siendo joven con menos cabello, con canas, con patas de gallo en el rostro, gordo o flaco, pero sí señores, joven! Por supuesto que la etapa ha surtido su efecto y con el devenir constante se reflejan otras y distintas cosas. Hoy no es simplemente seguir con los sueños laborales y personales, es bregar sin parar hasta que así lo disponga el todopoderoso, con la firme intención de dejar constancia.
A veces malo, regular, bueno, más o menos, así es el tiempo mundano, sin embargo de algo estoy seguro y súper convencido, mis sueños deportivos de mi niñez, fincaron la estructura para conocer el fascinante mundo del deporte y entender de una manera distinta tanto la hiel como la miel. La experiencia, insisto, no es sinónimo de vejez. Hoy en día hay un sinfín de motes para intentar descifrar la maravillosa oportunidad de dar la vuelta al sol en 50 momentos precisos y de la mano del deporte desde mis trincheras. No soy ni seré un erudito pero tampoco un neófito, sigo y seguiré preparándome para poder dialogar contigo y generar más apertura para, entonces sí, esos, aquellos y otros más escuincles que vienen pisando fuerte. Pero mientras llegan y tal vez los espere, a ver!!! háganlo ustedes…gracias totales!!!
Pásenla bien!!!