El privilegio de la libertad de expresión

En la clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2019 realizada por la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF),organización independiente que trabaja a nivel mundial en la defensa y promoción de la libertad de información, México es el país más peligroso de América Latina para ejercer el periodismo.
Inadmisible enterarse de lo peligroso que resulta en el país ser periodista y que la muerte de estos profesionistas sucede por la ineficiencia de las autoridades para realizar su trabajo y procurar la impartición de justicia, lo cual se refleja en el alto nivel de impunidad que se tiene y se evidencia en el informe Hallazgos 2018: Seguimiento y Evaluación del Sistema de Justicia Penal en México, que revela un índice de impunidad del 96.1% a nivel nacional.
Ahora bien, ¿Por qué matan a los periodistas? Los matan por lo que hacen, por la labor que realizan y por el significado social que tiene, porque no es solamente por ser periodista y escribir o decir lo que piensan, forman parte de una dimensión colectiva del derecho a la libertad de expresión y del derecho del acceso a la información que tienen las sociedades en su conjunto, pero al silenciar estas voces, al amenazar estos elementos de difusión de la información, lo que se hace es comenzar a desarticular el discurso común de la sociedad para enterarse de lo sucede en la vida pública.
Un dato alarmante y que sin duda alguna debe llamar nuestra atención es, que de acuerdo con el Informe 2019: libertad de expresión en México, al igual que en la encuesta del año pasado, las principales personas que agreden a periodistas son identificadas como personajes políticos y que se desempeñan en el servicio público. En este sentido, cómo pensar en denunciar, si aquel con el que se acude puede ser su agresor. El ataque a periodistas y comunicadores incluye desde las amenazas, la intimidación y el robo de su equipo de trabajo, que son parte de mecanismos verbales de violencia que lamentablemente en muchos casos han terminado en desenlaces fatales que dejan a los periodistas en una total indefensión ya que se piensa que en el Estado está la solución y afuera el problema pero, si el problema está adentro ¿Qué hacer ante esto?
La libertad de expresión es un derecho plasmado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, necesaria para el fortalecimiento de una Democracia. Si los ciudadanos no pueden expresar sus opiniones libremente y los medios de comunicación no pueden informar sin presiones del poder, difícilmente se podrá construir una sociedad en paz, con justicia y en la que se hagan valer los derechos de los y las ciudadanas.
La muerte a periodistas y comunicadores como la de cualquier otra persona no merece quedar impune, es necesario que existan sanciones para los responsables y que suba al costo político para que si algún actor público o privado, intenta violentar a un periodista por su labor, por lo menos lo piense dos veces al saber que existe una justicia efectiva que va a responder.
Ni la construcción de instituciones, ni los cambios de partido en el gobierno federal han sido suficientes para motivar un cambio, la ley por sí sola no pondrá fin a la violencia sin una sociedad que exija su derecho a recibir información objetiva, veraz y oportuna.
Es responsabilidad del Estado garantizar el ejercicio de la libertad de expresión, no debemos permitir que se transite hacia una sociedad que vive con el temor de decir lo que piensa. Quienes llegamos a un público más amplio, tenemos derecho a pensar diferente y a manifestarlo sin miedo a represiones o censuras, es indispensable contar con voces distintas que permitan la construcción de un punto de vista desde la pluralidad y la diversidad. La labor periodística debe ser vista como profesión y no como deporte extremo.