Lo que queda de los partidos

Hablar de la crisis por la que atraviesan nuestros partidos políticos no es un tema nuevo. Los ciudadanos, políticos y funcionarios públicos no pueden negar lo que se hizo aún más evidente después de las elecciones del 1 de julio de 2018, un hecho que se venía gestando de tiempo atrás, de manera particular entre los tres partidos con mayor presencia dentro del escenario público del país; PRI, PAN y PRD.
En el recuerdo quedan aquellas épocas en que hablar del Partido era suficiente para referirse obviamente, al Partido Revolucionario Institucional (PRI), lo que habla del enorme peso que tenía dentro de la sociedad Mexicana y que al paso de los años se fue diluyendo y quien fue considerado como el partido hegemónico, se ha convertido para pesar de sus simpatizantes en la tercera fuerza política, lo que muestra a un tricolor que aunque sigue vivo, se encuentra profundamente debilitado.
En el caso del PAN, arrastra el pasado de una transición que dejo un mal sabor de boca con el mandato de Vicente Fox, donde se desaprovecho la oportunidad de materializar lo que también se dijo sería el gobierno del cambio y que selló la docena trágica del mandato del PAN con Felipe Calderón y su desafortunada declaración de guerra contra el narcotráfico.
En lo que respecta al PRD o lo queda del mismo, no tiene un rumbo claro y cada día parece más desdibujado, ya que tras la fractura que sufrió con la salida de López Obrador, la recomposición parece que nunca pudo llegar y lo que en algún momento representó una visión de la izquierda en el país, actualmente parece estar mutando a Futuro 21, para conformar un “nuevo partido político”.
La sociedad mexicana ha ido cambiando paulatinamente y los partidos políticos o bien, quienes los integran, deben hacer frente a esta situación a fin de realizar un análisis introspectivo, serio y riguroso para presentarse ante la sociedad de manera distinta, ya que un gran porcentaje de mexicanos hizo evidente en las urnas que ya no quiere saber más de lo mismo.
Los partidos se han debilitado por la búsqueda del poder mismo y eso, la sociedad lo ha visto y de ahí el triunfo de un “movimiento” que tuvo claro que la idea de presentarse como partido político no resultaba lo más conveniente o atractivo, debido al desgaste de esta figura y de la poca credibilidad que generan entre los ciudadanos. La fragmentación de nuestro sistema de partidos es visible y ahora, se han deconstruido así mismos para hacer alianzas y coaliciones con quienes jamás hubieran creído, como mezclar el agua con el aceite para formar un frente.
La figura de los partidos necesita una reivindicación de manera urgente ya que un partido político como tal, su plataforma de trabajo o identidad no es un referente para los ciudadanos. La gente al no ver de manera clara elementos distintivos entre las opciones existentes, al preguntar por quién va a votar, habla de un nombre y un apellido, no de un partido como institución.
No hay democracia sin partidos y los partidos son la cristalización de corrientes de pensamiento que existen en la sociedad que se supone tienen ideales, programas y proyectos a realizar. Un buen comienzo es reconocer y afrontar sus errores, abandonar sus viciadas prácticas y volver a empezar, el futuro del país es responsabilidad tanto de mayorías como de minorías y ante un clima tan complejo como el que hoy se vive, los ciudadanos necesitamos recuperar la confianza en quienes nos representan y pensar que el cambio de nuestros partidos políticos, va más allá de un cambio de color o de nombre.