¡Soluciones caramba!

Ya sé que lo lógico es hablar de lo que ha pasado en estos días respecto de la inseguridad que se vive en toda la república, que además es un tema que aquí en El Valle ya habíamos comentado cual Nostradamus, que no es posible generar seguridad si no se provoca un cambio en los procesos judiciales o fiscales, en el sentido de mejorar a la policía con procesos aptos y adecuados con los derechos humanos, con protocolos de actuación certeros y mejorables; con procuradores que ejerzan su función con orgullo, arrogancia y prestancia; con jueces y magistrados que estén alejados de la corrupción y cerca de la justicia; total, comentábamos un montón de ideas que por la carencia de implementación de ellas se notaba que todo aquel concepto de seguridad se va observando cada vez más lejano.
Ahora, después de Culiacán, ¿qué? Ya pasó la inseguridad a un nuevo tope, donde de manera orgullosa el presidente confiesa un delito consagrado en nuestro Código Penal, si no me creen revisen el artículo 150, Delito de Evasión de Presos. Pero, ¿les digo lo peor del asunto? Que no existen contrapesos entre los poderes de México. Aquellos ideales de Maquiavelo, Montesquieu y Descartes respecto de la república son ahora fantasmas que incluso asustan al gobierno actual. En caso de que AMLO sea llevado a un juicio político al respecto de tal confesión, la mayoría del Congreso de la Unión lo absolvería de todo cargo por el pretexto que mejor les agradase, porque el día de hoy MORENA es mayoría, así que, aunque exista la confesión de un delito, es totalmente inocuo, inocente e inoperante el anhelo de justicia.
Pero entonces, ¿qué podemos hacer? Jorge Castañeda decía que juguemos con las cartas que tiene México al respecto de los asuntos internacionales con E.E. U.U., para plantearle que la forma en la que se han venido operando las acciones recomendadas por el país del norte, no han sido las más eficientes, la estrategia “Kingpin” (capo), solo produce muertes e inseguridad en el país en donde es aplicada. Un ejemplo desastroso de ello es Colombia. Jorge señala que es mejor que E.E. U.U. vigile sus fronteras y ya no se haga de la vista gorda, y no deje pasar la cocaína que consume su población, al final de cuentas, aunque creciente, todavía podemos hablar de que la demanda en México no se compara con la de E.E. U.U.
Joaquín Sabina argumentaba que cuando fue la época de la prohibición del alcohol en Chicago, cuando el gobierno estadounidense levantó la prohibición, no se acabaron los teporochos y borrachos, se acabaron los Al Capones, y tiene mucha razón. Podría ser que este argumento tuviera mucho que ver con el arte en sí. Algunas personas opinan que las series y las películas que ponen a capos y a sicarios como héroes, o que reflejan sus vidas, o que incluso “enseñan” a cómo robar un banco, deben eliminarse porque creen que impulsa al crimen. Sin embargo, me parece algo tonta esta afirmación, porque el arte, sea música, cine, pintura, etc., no impulsa nada, solo da un reflejo de lo que somos actualmente, de otra forma, para qué dejamos a Chava Flores hablar de la vecindad de los barrios bajos como la colonia Bondojo o Peralvillo, por temor de propiciar una sublimación de un modelo de vida que pudiera propiciar crimen. La cultura se engrandece con cada expresión emitida y al parecer Joaquín Sabina observa que todas las libertades deben ser enseñadas y educadas, no prohibidas. Cada quién sabe si se mete un coctel de droga o si prefiere vivir bien, porque lamentablemente lo prohibido, oculto u ominoso resulta atractivo para ciertos grupos sociales.
Ambas sugerencias, de un analítico social y de un artista, nos llevan a pensar en la legalización. Mi opinión es que antes de legalizar las drogas, debemos de contar con datos fidedignos de los costos en materia de salud que conllevaría la bola de personas que se quedarán con algún trastorno por entrarle a las drogas. Creo que primero necesitamos un sistema educativo fortalecido y luego libertades. Aunque primero, antes que cualquier acción en materia de seguridad, debemos fortalecer nuestro sistema judicial y sobre todo en su aspecto de investigación, ¿qué opina usted?