Arriésgate!

Lo peor que te puede pasar…es que te vaya bien!!!

Hace algunos años formaba parte de un grupo de amigos que nos reuníamos a jugar futbol con el equipo Boca Jrs., en diferentes empastados; hubo un domingo a medio día en que tuve que alinear como extremo por aquello de mi escuálida flacura y que por tanto me hacía un poco más rápido que otros. Esa tarde vi mi primera y hasta el momento única tarjeta roja pintándome toda mi cara y mi ser por una marcación que el silbante en turno considero agravante. No me justifico y mucho menos después de varios años, pero la neta del planeta fue así.
Balón filtrado al espacio, por la banda de la izquierda cerca de los límites del área grande del arco contrario. Yo, de espalda al marco rival y esperando alcanzar el balón, entonces metí quinta y piqué, pero también lo hizo mi marcador en turno y te cuento, me cae que iba por mis canillitas; lo recuerdo como si fuera ayer, un tipo ya entradito en años (tal vez como yo ahora mismo) con una timba perfecta y digna de reconocer por la sagacidad a la hora de imprimirle velocidad por quedarse con el esférico o con mi humanidad. Sabía que iba por mí, no por el balón, entonces…a la hora de que tuve el balón en mis piecitos, ya tenía la humanidad del defensor aguerrido, bonachón y desvergonzado que me lanzó unos 2-3 metros después de la línea de campo, pero que, en mi intento por detener mi trayecto en el aire para aterrizar con dignidad en el césped, estiré una piernita haciendo contacto con la barriga de mi rival. Los gritos, mentadas de madre, la corretiza de los contrarios por quererme devorar y la de mis hermanos y amigos por defenderme, se vio calmada cuando llegó el central y zas! que me pinta de rojo y pa´fuera! Yo reclamaba que solo estire mi delgada extremidad para que no me diera severo trancazo y que el defensor era en verdad el agresor. Cualquier explicación salió sobrando. El árbitro se mantuvo y tuve que ver el resto del partido en la imaginaria, con la consabida idea de yo no había querido golpear, vaya, ni siquiera hacer contacto con aquel bonachón. Ni modo! así fue y me lo tuve que tragar. Lo mejor o peor del caso es que al terminar el encuentro aquél personaje fue en mi búsqueda para darme la mano y decirme: era el balón o eras tú, que bueno que fue la pelota…
o seaaaaaaaaa!!!
Y ese antecedente viene de lo mejor ahora mismo, porque bien dicen que en el fascinante mundo deportivo casi todos somos expertos y también resultamos ser juez y parte (que bajo ninguna circunstancia deba ser) y sancionar como les venga en gana y hasta colocar en el paredón a quienes se equivoquen tan solo por no ser cautos, objetivos, y guardar cierta distancia de lo que corresponde ser y no ser protagonista en el argot, aunque muchos, buscan afanosamente eso, notoriedad y con punzantes comentarios calan hondo en la masa.
En casi todas las disciplinas deportivas existe el riesgo latente de sufrir alguna lesión que provoque el escándalo, lo iracundo, la furia, la desgracia y por momentos el bloqueo del razonamiento ante la eventualidad presentada. Para muchos, si no es que para la gran mayoría, el villano de la historia siempre será el golpeador, el más enojón, el más grande, el más fuerte, y hasta quizás el más osado, y pudieran tener razón, siempre y cuando exista de por medio un análisis de veracidad y un absoluto criterio e interpretación de los reglamentos, que dicho sea de paso, también a grandes escalas se ven rebasadas estas observaciones y pasa más por el tema de la sangre hirviendo y de lo que todos en su momento sabemos de la llamada “calentura deportiva”
Criticar, señalar, cuestionar y hasta ser opresor con el otro individuo siempre es la línea más fácil, pero hacer y tener la claridad de la objetividad es algo del pecado original en que se convierte el poder la palabra. Me resultó hasta hiriente ver, oír y sentir como ciertos colegas despedazaron materialmente a un ser humano que se dedica al deporte por la única condición de estar en el momento menos oportuno y agraviar (que no es lo mismo que atentar) con otro competidor. El deporte bajo su esfera de competitividad demuestra ante todo la idea de ir en pos del triunfo, y nunca jamás de querer hacer daño y mucho menos mutilar, envenenar y/o asesinar al de enfrente. Que ridículas y exageradas notas de varios comunicadores deportivos, de aficionados fieles a sus colores y equipos, y otros más, que solo en la enérgica idea de hacer un juicio a priori se van de la boca y arremeten con todo y contra todos.
Amigos, acá la idea de que en el deporte como en la vida, solo triunfan los que se arriesgan, quienes lo intentan, quienes osan ir (incluso) en contra del viento, o contra las leyes establecidas, son triunfadores, pero más, aquellos que por un momento de infortunio, reconocen, aceptan y asumen sus responsabilidades y le dan vuelta a la página tratando de ser mejor día con día y todavía más quienes con un apretón de manos, una caricia, una mirada tácita, un abrazo fraterno, ofrecen y aceptan las disculpas más hondas que salen del corazón, esos como tú, son los verdaderos triunfadores de la vida y el deporte!
Pásenla bien!!!