¿Cómo vamos en materia de analfabetismo?

El pasado 8 de septiembre se conmemoró el día Internacional de la alfabetización que de acuerdo con la UNESCO, busca recordar a la población la importancia de la alfabetización como una cuestión de dignidad y derechos humanos. En México, alrededor de 5.7 millones de mexicanos de 15 años o más aún son analfabetas, así lo reportó el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Por lo anterior, es necesario entender al analfabetismo como la incapacidad de leer o escribir un lenguaje y de aplicar la lectura y la escritura con facilidad en la vida diaria, esta condición restringe el contar con una habilidad mínima, así como con una forma de entender o concebir el uso de la lectura y la escritura en la cotidianeidad.
El analfabetismo es un problema que afecta, sobre todo, a las personas de mayor edad y entre ellas a las mujeres y los indígenas. Esta condición acarrea muchas otras limitaciones como el impedimento al desarrollo social y económico, lo que constituye una violación del derecho humano básico de aprender, conocer y comunicar.
Las estrategias gubernamentales para abatir este problema que puede considerarse una deuda social, no han sido precisamente las más efectivas y a ciencia cierta no se sabe si es un tema que represente o haya representado una prioridad para este y los gobiernos anteriores, ya que de acuerdo con un estudio dado a conocer en 2012 por la UNAM, el número de analfabetas en el país creció durante los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón y en 2019, el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA) que atiende a la población analfabeta y opera con jóvenes voluntarios quienes enseñan a los adultos a leer y a escribir, tuvo un presupuesto de 472 millones, lo que significo casi 9 millones menos con respecto a 2018.
Es reprobable seguir contando con una cantidad tan grande de personas analfabetas, es un problema que persiste, que excluye y que nos aleja del ideal de una sociedad equitativa y justa. Es imprescindible pensar a la alfabetización más allá de saber leer y escribir, lleva inmerso el contar o no, con la oportunidad de participar de mejor manera, de acercarse a la “realidad”, a una sociedad llena de significados e información que en mucho ayudan al desarrollo del individuo. El lenguaje escrito es una manera apropiarse del mundo y de darle un sentido a nuestros pensamientos, expresar todo aquello que se vive y se experimenta: enojo, tristeza, amor, alegría etc.
La escritura es una forma de expresión que contribuye en la creación de seres reflexivos, ayuda al desarrollo de la conciencia y a la formación de mejores seres humanos. No saber leer ni escribir representa una de las más grandes desventajas personales y sociales que una persona puede tener.
El analfabetismo contribuye en la perpetuación de la pobreza y la marginación, obstaculiza el desenvolvimiento en sociedad, limita el crecimiento, restringe el acceso a los beneficios del desarrollo y obstaculiza el goce de otros derechos humanos, es frenar la posibilidad de continuar con otro tipo de estudios, aprender un oficio, adquirir nuevas habilidades o, simplemente, ampliar sus conocimientos.
Esos 5 millones que no saben leer y escribir, son la muestra de que el futuro del país no puede ir por buen camino. Antes de pensar en la obligatoriedad de la Educación Superior y en la creación de 100 Universidades, hace falta detenerse e ir un paso atrás, para comprender que se necesitan acciones integrales que proyecten el país con bases solidas cimentadas en la educación y el conocimiento.