Lo que se esconde detrás de la cartilla moral

Como ya es costumbre las declaraciones del actual presidente un día nos sorprenden y al otro también y uno de esos temas controversiales que han logrado despertar el enfado de muchos y el entusiasmo de otros, es el reparto de una cartilla moral. Antes de adentrarnos en la idea planeada por el presidente volvamos al origen, tratemos de entender de donde surge esta idea que por lo menos en esta ocasión, no parece ser “mera ocurrencia”.
En 1944, Alfonso Reyes, ensayista y literato tuvo el encargo por parte de la Secretaría de Educación de redactar un mínimo de principios morales para ser integrados en la Cartilla Nacional de Alfabetización, este proyecto evoluciono y tiempo después Alfonso redacto un cuaderno autónomo o cartilla moral que tuvo varias impresiones y modificaciones a lo largo de diferentes décadas. La cartilla moral es un texto relativamente corto de 14 apartados que sostienen que el hombre debe educarse para el bien, educarse en la moral y en la ética, de igual manera sostiene que todas las religiones contienen preceptos morales que coinciden en lo esencial.
No se puede negar que el presidente es un hombre con un amplio bagaje cultural, estudioso de la historia política del país y de manera particular del siglo XIX, y algunos de sus “héroes políticos” corresponden a esta etapa de la historia de México, lo que lleva a pensar que justo de ahí retoma la idea en la cual el Estado puede tener incidencia en la configuración valorativa de la sociedad, no es imponer valores, pero si destacar la dimensión ética del ejercicio del poder público.
El problema radica en que por lo menos dentro del imaginario colectivo, prevalece la idea de que la única, verdadera y autentica religión es la Católica, por lo menos para el Estado Mexicano pero, recordemos que de acuerdo con nuestra Constitución, norma básica que rige a una sociedad y la cual establece los derechos y obligaciones de los ciudadanos, se cuenta con una libertad de culto referida dentro del artículo 24, por lo que es interesante saber por qué la prensa ha decidido dar tanta importancia al reparto de 10 mil ejemplares de la cartilla moral por parte de iglesias evangélicas, cifra que en realidad no resulta significativa en un país de más de 123 millones de habitantes.
La realidad es que la separación entre Estado e Iglesia, por lo menos en la historia de México no ha sido lo suficientemente clara y si no es así, cómo explicar o cómo entender, el hecho de contar con programas como la Rosa de Guadalupe, que dicho sea de paso tiene altos niveles de audiencia por parte de la población infantil, a cada quien su santo, el canal María visión , escuchar a sacerdotes y obispos transmitiendo misa por la radio o televisión y porque no, hasta haciendo oraciones al mediodía, acontecimientos que no han sido cuestionados o se han convertido en tema serio de discusión.
Otro hecho que ha estado presente desde hace varios años es, la visita de sacerdotes católicos a cárceles y hospitales o esas imágenes memorables de los diferentes expresidentes con Juan Pablo II y Benedicto XVI y eso, tampoco ha sido noticia, pero que el actual presidente mencione que dejará entrar a los mismos espacios a sacerdotes evangélicos, lo mismo que vienen haciendo los católicos desde hace varios años, si es motivo de discusión y genera cierto descontento.
Seamos claros, pongámonos de acuerdo, hasta donde queremos un Estado laico y preguntémonos ¿cuál es el verdadero problema?