Todas las vidas cuentan

Si una persona tiene con un empleo que le permite vivir dignamente, si más allá de lujos le alcanza para cubrir sus necesidades más básicas y apremiantes como salud, vivienda y educación, si el entorno al que pertenece le hace sentir seguro, si confía en su gobierno y cuentan con instituciones públicas capaces de velar por sus derechos, de proteger y respaldar a la ciudadanía cuando son víctima de algún abuso e injusticia ¿Por qué migrar?
Primero; no debemos olvidar que la migración es un derecho humano y los motivos por los que las personas deciden salir de su país pueden ser variados: la búsqueda de mejores condiciones de vida, por una oferta de trabajo, para estudiar, para reencontrarse con la familia, o simplemente, el deseo de vivir en un lugar distinto. Segundo; existen personas que se ven obligadas a salir de su país de origen por temor ante las condiciones existentes, puede ser violencia, conflictos armados y la pobreza; ligada a la terrible desigualdad que derivado de la pandemia se hizo más visible y se incrementó.
Hablar de migración se ha convertido en tema de todos los días, pero es doloroso, las historias que se cuentan y se viven en la travesía migratoria casi siempre son desgarradoras, tal como la del pasado lunes 27 de junio, cuando nos enteramos de una de las peores tragedias de los últimos tiempos; 67 migrantes originarios de México, Guatemala, Honduras y El Salvador, fueron abandonados en la caja de un tráiler en San Antonio, Texas, 67 seres humanos que salieron en busca de aquello que no encuentran en su país, donde la despedida seguramente no fue fácil, pues dejaron todo, se despidieron con un montón de sueños, de ilusiones y de promesas que por lo menos para 53 de los 67 que viajaban en este tráiler se acabaron. Para 40 hombres y 13 mujeres no hubo mañana, el sueño terminó de la peor manera, en la caja de un tráiler donde las investigaciones señalan que la muerte se dio por asfixia, deshidratación y hacinamiento.
Veintisiete de los que perdieron la vida eran mexicanos. La migración forzada es un fenómeno mundial y los peligros son latentes en cualquier parte del mundo, pues en esta misma semana, un barco de la organización de acción médico-humanitaria: “Médicos Sin Fronteras” que asisten a personas amenazadas por conflictos armados, violencia, epidemias, desastres naturales y exclusión de la atención médica, auxilió a un grupo de migrantes en el mar mediterráneo, donde una embarcación se hundió y dejó a la deriva a 100 migrantes que intentaban llegar a Europa, de los cuales, lamentablemente 23 fallecieron por ahogamiento.
Las vidas de los migrantes también cuentan, ellas y ellos no merecen un final así, pero la falta de oportunidades, la inseguridad y las condiciones precarias de subsistencia en sus países de origen, no les ofrecen otra alternativa, imaginen cual será la situación por la cual están pasando y la desesperación que sienten, que aun con todos los riesgos y peligros que implica, incluso perder la vida, aun con eso, toman la decisión de migrar.
El camino que recorren está lleno de obstáculos, el trato que reciben en los lugares de tránsito es discriminatorio, la gente olvida que antes que migrantes son seres humanos. Todos los migrantes; adultos y niños tienen derechos y no merecen ser tratados como sino valieran por el hecho de no contar con documentos que acrediten su residencia en cierto lugar.
La migración se ha convertido en un fenómeno global en el mundo actual e implica a todas las naciones, ya sean países de salida, de tránsito o de llegada. De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), hasta el 2019 habían fallecido y desaparecido alrededor de 40 mil personas en su intento por migrar de manera irregular en el mundo. Organizaciones civiles y de rescate en el mediterráneo, sostienen que el dato registrado por organismos internacionales, instituciones públicas y autoridades es por mucho menor al que alcanza en la realidad: se habla de hasta 100 mil migrantes muertos en el mar: tragedia humana de la que muy poco se sabe. Lo que si podemos afirmar es que la migración forzada por aire, tierra o mar, significa poner la vida en riesgo.
Guillermo Castillo Ramírez, doctor en antropología comenta en entrevista con el portal “Contralínea”, que México es el tercer país expulsor, después de India y China, cuyos principales destinos suelen ser países de economía de altos ingresos y con fuertes demandas de trabajadores. Asimismo, cuando las políticas migratorias se endurecen, se criminaliza al migrante y los costos de las redes de tráfico se elevan, pueden ser 5 mil o 10 mil dólares, cuando hace 15 años podían ser poco más de 2 mil dólares.
Datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) detallan que el tráfico de migrantes hacia Estados Unidos genera ingresos anuales de alrededor de 6 mil 600 millones de dólares para los delincuentes. Si las condiciones en los países de origen no mejoran, esto seguirá ocurriendo, con una política criminal e inhumana, el negocio para traficantes de personas, “coyotes” o “polleros”, continuará.
Es necesario cambiar nuestra mirada hacia los migrantes, que se entienda y que se escuche, la migración es un derecho humano, todos tenemos derecho a migrar. En el caso de la migración forzada, es responsabilidad de los diferentes países o irresponsabilidad de los mismos según se quiera ver, pero, por un momento quiero que se detengan a pensar como querrían que los trataran en una condición similar ¿Qué hay de malo en aspirar a una mejor vida?
No cabe duda que la migración forzada es una culpa compartida. Este tema es inminentemente político, pero como sociedad y en lo individual, que no se olvide que sin importar lugar de procedencia, color de piel, religión, sexo, o género; la vida de los migrantes también cuenta.