La marca Peña Nieto

Después de 93 años en el poder, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), perdió el Estado de Hidalgo en las elecciones del pasado 5 de junio, Estado de particular interés al ser considerado uno de sus bastiones políticos, sin embargo, los ciudadanos decidieron buscar la alternancia, hecho que debe ser analizado por los priistas ya que este cambio tan contundente de acuerdo a los votos emitidos, no puede ser producto de la casualidad, mismo caso de Oaxaca, que también pasará de manos priistas a morenistas.
Con apenas ocho años de vida, el partido Morena ha venido a sacudir el escenario político del país de manera abrupta, en un abrir y cerrar de ojos comenzó a tener mayor territorio para gobernar y en tiempo record el mapa del país se pintó de guinda. Una falta de coordinación y de visión para replantear el rumbo que habrían de seguir los partidos de “oposición” después del sunami electoral de 2018, los tiene en la lona. Un pasado oscuro y un desprestigio bien ganado los acompaña, e intentar “limpiar” su imagen en algunos casos parece imposible. La caída del PRI ha sido dramática.
Los escándalos de los militantes de partido les han costado mucho, y la marca Peña Nieto, emblema de corrupción y de un gobierno que condensa las peores prácticas les ha valido el rechazo de los ciudadanos el cual se refleja en la pobre presencia del partido a nivel nacional. Eso que presumían tanto, “la unidad”, quedó en el olvido y nos hacen recordar que en política no hay amigos, hay intereses, pues muchos priistas no han dudado en buscar acomodo en el actual gobierno, lo cual tampoco ha sido bien visto por los electores.
El derrumbe del PRI se dio de manera indiscutible durante y después del sexenio de Peña Nieto, personaje que se ha dedicado a darse la gran vida con dinero que probablemente no sea fruto de su trabajo, y quienes han fungido como sus patrocinadores somos nosotros, los mexicanos. Eso ha pasado con nuestros gobernantes, más que dedicarse a gobernar, se dedican a robar.
Enrique Peña Nieto dejó un partido muy endeble, pero al exmandatario parece que no le importa y la pregunta es ¿Dónde está Peña Nieto? De acuerdo con una publicación realizada por el diario “El país”, actualmente vive en España, en un barrio tan exclusivo que sus vecinos son, los actores Penélope Cruz y Javier Bardem, y algunas estrellas de la prensa del corazón, dice el diario español.
Pero eso no es todo, el expresidente radica en España con un permiso migratorio conocido como “‘Golden visa’ o ‘visado dorado’, un trámite que permite regularizar a los grandes inversores que destinan al menos un millón de euros a la adquisición de activos españoles, que tienen un proyecto empresarial o que compran inmuebles por al menos 500 mil euros (10.5 millones de pesos mexicanos)”, como lo señala “El País”.
Este diario menciona que Peña Nieto, ha sido uno de los presidentes mexicanos más corruptos, y miren que la competencia está reñida. Desde que abandonó la presidencia, un sexenio marcado por diversos casos de corrupción que tienen a varios de sus excolaboradores enfrentando la justicia, el expresidente no ha mostrado mayor interés por acercarse a su partido o apoyarlo de alguna manera, ya que lo mismo se le ha visto en New York, que en Italia, saliendo de restaurantes considerados como exclusivos.
Esto no es nuevo, gobernantes que mientras ocupan un cargo público, amasan grandes fortunas que no coinciden con los ingresos percibidos, pero nadie hace nada, las “autoridades competentes”, resultan “incompetentes”, pasa el tiempo, prescriben los delitos, una falta de memoria, llegan nuevos gobernantes y lo vuelven a hacer.
El PRI ha dejado de tener ese dominio que lo caracterizaba, y precisamente este tipo de actos les está cobrando factura y la caída ha sido estrepitosa, el Revolucionario Institucional paga el costo de sus abusos y excesos, pues, personajes que han estado entre sus filas se dedicaron a desgastar al partido con gobiernos llenos de irregularidades con el mal manejo de los recursos públicos, enriquecimiento ilícito y hasta vínculos con el narcotráfico.
“El nuevo PRI” que anunció Peña Nieto a su llegada al poder no fue más de lo mismo, fue algo peor, el saqueo se dio de manera descarada, y hoy nadie se quiere hacer responsable de lo que queda del PRI. Tratar de defender a este partido es defender lo indefendible, no hay manera, pero habrá quien lo intente. No obstante, podrán estar moralmente destruidos como señala el presidente López Obrador, pero eso no significa que sigan operando desde otras trincheras. El “chapulineo” o “el transfuguismo político” como se conoce en la academia, ha permitido que los priistas sigan presentes en la vida pública y política de este país.
Durante décadas fue el partido hegemónico, y llegó a gobernar todos los estados del país, pero el día de hoy su realidad es totalmente distinta, al tricolor solamente le quedará el control de dos gubernaturas: el Estado de México, con Alfredo del Mazo, que, para mala suerte, porque para como están las cosas lo es, es primo del expresidente Enrique Peña Nieto—, y Coahuila, con Miguel Riquelme. Ambas entidades celebrarán comicios el próximo año y no parecen tener muchas probabilidades.
En la vida todo tiene un principio y un fin, unos ciclos se abren y otros se cierran, en estos momentos la marca Peña Nieto junto con otros personajes del pasado y del presente que forman parte del partido le pesan, y pesan mucho, el resquebrajamiento del PRI es un hecho. No obstante, hablar de una desaparición, no estaría tan segura, para su buena suerte, el resto de los partidos han demostrado que también saben gobernar mal, y lo que hoy vive este partido, no exime al resto de los partidos de poder vivirlo.
Tal vez sigamos en presencia del PRI revestido con una envoltura distinta, cuestión de prestar atención. A nadie deberían sorprender los resultados obtenidos este pasado 5 de junio, y mucho menos que en 2023 pierda las gubernaturas que aún conserva, pero no lo den por perdido, ya que este, no se crea ni se destruye, solo se transforma.