“Los deportes son un gran maestro. Pienso en todo lo que me han enseñado: compañerismo, humildad, cómo resolver las diferencias” Kobe Bryant

Con el tiempo te vas dando cuenta quién sí y quién no; con el paso de los segundos y en cada respirar aprendes y valoras; con la enseñanza adquirida emprendes vuelos más altos, sólidos, aquellos donde los sueños sí se hacen realidad, pero producto de la constancia, entrega, pasión, dedicación, esmero y otras. Invariablemente ocurren pisadas fuera de terreno que hacen que nos tambaleemos, pero él no sucumbir ante la adversidad también nos eleva y nos levanta, no obliga por instinto a seguir, a no agachar la cabeza, a levantar la cara con todo y esas cosas que los terrenales le llaman pecados o desgracias, algunos podrán azotarnos y lacerarnos, pero está en nosotros en sonreír, aunque por dentro este uno que arde. La confianza no la debemos perder bajo ninguna circunstancia y mucho menos porque otros solo aspiran a pasar sobre ti. El orgullo y la valentía muchas veces se confunden y crean caos, porque la voluntad y entrega sobrepasa cualquier barrera de conflicto y generan una visión más acertada de las experiencias “malas” vividas, así que aún con todo y lo supuesto “horrible” que hayas pasado, o estés en estos momentos enfrentando, NO PASA NADA, solamente que el aprendizaje es demasiado fuerte, a veces demoledor y otras, frustrante, pero todo pasa y a lo que sigue. Saber valorar los momentos, tener la noción de las fallas, explotar en llanto y grito para soltar lo que te hace daño, y acercarte a tu divinidad y a tu gente más cercana o aquella con la que te sientes en puerto seguro, es el mejor bálsamo para encarar el siguiente paso. A veces las pruebas de humildad te sumergen en un constante vaivén de ideas y emociones que solo mezclan imágenes que ni siquiera ocurren, por ello es mejor tener los pies bien plantados sobre la tierra y esperar, que todo pase.
Lo anterior aplica efectiva y rotundamente en todo momento, es más, sí te aplica atrévete a cambiar o, mejor dicho, a modificar y verás los resultados, esta moción y unión que hago con el mundo deportivo es lo mejor que puede pasar para captarlo. Miren, este fin de semana pasado nos dejó grandes enseñanzas en el deporte, porque cuando los baluartes aspiran a estar siempre en la cima se llegan a topar con pared y en cambio, los que vienen empujando fuerte, de la noche a la mañana estallan en el firmamento como estrellas perennes, y es ahí donde debemos ubicarnos todos.
Una cosa es llegar y consolidarse y otra es sentirse mirreyes, y para muestra lo que sucedió en el boxeo con Saúl Álvarez, quien es un super atleta, comprometido con su trabajo y su destino es ser mejor cada día, ¿qué lo logra? No lo sabemos, pero lo que salta a la vista es que cada ocasión va por más; sube de peso para intentar ser mejor, cuida su imagen, no se mete en problemas -al menos no salen a luz pública y eso es bueno- protege sus intereses, reparte para obtener más, genera fuentes de empleo, etcétera, eso lo hace ser otro tipo visionario del deporte, empero también es ser humano y siempre hay otro mejor en lo que hacemos, por eso, más allá de cualquier expresión que ya se ha vertido por donde sea, es mejor destacar las palabras y condiciones de dos tipos que se liaron a madrazos sólidos en el ring para ver quien era el mejor. El resultado -previsorio- era que Saúl no saldría con el brazo en alto, pero sí con una carretada de billetes verdes. Bivol -su oponente- ratificó porqué es el campeón del mundo en ese peso, pero la conclusión de este pasaje deportivo, es la humildad de uno y el orgullo de otro; reconocer a un tipo como todo un profesional y ejemplo de constancia es de grandes, pero aceptar, reconocer -a pesar de los pesares- la derrota es de humildad y aun cuando en la calentura se digan muchas cosas, en la frialdad del tic tac del reloj nos va situando a todos en la realidad, tal como fue con ambos pugilistas, lo asombroso del tema es que nos da para evaluar, sí las condiciones del boxeo, pero el análisis pasa por querer ser mejor a pesar de las derrotas, porque éstas solamente nos enseñan a salir adelante y en grandes cantidades de ocasiones: solos! Así que yo celebro la derrota de Álvarez, pero no de manera soez, sino realista en comparativas de uno y otro contrincante, pero más, por haber aceptado que en el deporte como en la vida solo triunfan los que se arriesgan y, que se gana o se pierde y hay que echarle pa´lante.
El otro ejemplo de la inversión en tiempo, dinero, alimentación, familia y todo lo que he comentado hoy, es el mozuelo Carlos Alcaraz, este tenista español de 19 años que la está rompiendo en la ATP y que seguro estoy, estaremos hablando mucho rato de él, y qué mejor oportunidad de dos escenarios distintos, de deportes individuales con sus características y que nos coloca en un momento de gloria para enaltecer el quehacer de individuos capaces de sortear las dificultades como se les presenten, ganen o pierdan son grandes entre los grandes; Alcaraz tuvo un fin de semana inolvidable, derrotó a Nadal, Jokovic y Zverev -ay nomás- y con su sencillez y con lo que me quedo, igual que Saúl es la frase de: a seguir creciendo tratando de ser mejor cada día…
Pásenla bien!!!