Lo que toca el gobierno …se apesta.

Es común que en las escuelas donde se enseña el Derecho les hagan notar a los estudiantes que para todos los problemas sociales, la Ley es la solución; en las escuelas en donde se enseña sobre la administración pública a los estudiantes se les indica que los acuerdos entre los grupos sociales son lo mejor que puede haber para la resolución de las necesidades sociales; ambos puntos de vista son escuetos porque no existe mayor incentivo que el estudiado por la economía.
No porque exista una Ley anti aborto, la gente dejará de abortar; no porque exista una Ley anti drogas la gente dejará de comercializarla; no porque se establezca que un trámite es gratuito la gente atenderá en realizarlo; sin embargo cuando la gente gana un dinero o deja de perderlo, estarán muy atentos a ejercitar la acción que corresponda.
Esto es fácilmente observable en los monopolios que ha establecido el gobierno para la ayuda de la sociedad. Algunos pocos se acordarán que vivíamos en una creciente economía previo al año 1976 cuando se decidió nacionalizar la banca y con esto vino el declive del mercado bancario, hasta que en 1986 se revirtió esa medida y se regresó a cierto bienestar. Telmex es otro ejemplo más claro. Las tarifas eran bastante caras con la llegada del celular y ni hablar de una llamada a EE.UU. costaba mucho dinero. Casi de inmediato que se privatizó las llamadas fueron gratis y el servicio fue mejorando a medida que existía más competencia. Hoy con la gasolina que se empieza a abrir, de a poco vemos las bondades de dejar a privados que mejoren el producto y la logística.
Esto ocurre por una sencilla razón: todos nos beneficiamos al buscar la eficiencia en el comercio. El productor tratará de que su materia prima sea de mejor calidad y más barata para poder dar su producto a buen precio para ganarle a la competencia; el comercializador buscará contar con los mejores productos con una logística barata pero que garantice el traslado seguro de sus mercancías; y por supuesto, el consumidor hará que cada centavo pagado valga la pena, por un producto de buena calidad y al alcance de su mano.
La competencia es buena, pero si existe un monopolio estatal, no puede existir competencia puesto que ni siquiera existe el mercado.
Todo esto es para poder entender desde otra perspectiva el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles que el día de hoy, no todos los días tiene vuelos y cuando más tiene suman 8, en comparación de los 900 en promedio que tiene el AICM (Benito Juárez) que alcanza los 1,200. El AIFA no genera incentivos a las empresas para poder operar desde ahí, puesto que (aunque el gobierno diga lo contrario) no es mejor que el que ya existe, y por tanto, la gente, los operarios y las aerolíneas, prefieren un caótico pero eficaz aeropuerto (aunque no sea eficiente) a un aeropuerto que no genera confianza.
Regularmente en el mundo cuando se va a abrir un nuevo aeropuerto la gente se desvive por llenarlo, por usarlo, por estrenar, por sacarle jugo, pero este no es el caso en México y es porque se abrió incompleto, inconcluso, sin agua, sin tecnología suficiente para su adecuado manejo. Ahora el día de hoy, se marina un decreto para obligar su operación. Recordemos que el derecho no lo es todo, ni la administración, sino la economía.
Cada cosa que toca el gobierno se empieza apestar, en especial este gobierno. Dijeron que la Comisión de Derechos Humanos haría más que nunca su trabajo, y hoy más que nunca, se han disipado todas las manifestaciones (excepto la de feministas) con la fuerza. Declaraba AMLO la transformación del IMSS al INSABI y es la fecha en que no estamos como Dinamarca, con total carencia, por cierto, que ya se anunció un nuevo seguro social que sustituirá al último, así de bueno estuvo la medida de mejora.
Hoy se dice desde la presidencia que el INE debe transformarse, pero se les olvida que es esta institución las que les garantizó su victoria y que ahora se nota que solo se podrirá como todo lo que tocan.
La autonomía de las instituciones se vislumbra próspera, pero no es lo que quiere este gobierno, ojalá que si ven que por decreto se puede obligar a la gente a hacer o no hacer cosas, empiecen a decretar la desaparición de los homicidios, que de poco serviría, pero por lo menos les estarían dando la importancia a lo verdaderamente importante ¿no?