¿En qué momento nos vamos a alarmar?

Fuera de revanchismos o de sentimientos alarmistas que nos llevan únicamente al encono y la cerrazón; lejos de mirar desde la otredad al señor presidente de nuestro México; salvando toda clase de atropellos lógicos y fanáticos, ¿acaso la sociedad no hará algo para detener las injusticias de López Obrador?
Yo sé que todavía hay muchas personas que creen en él, por lo menos lo dicen las encuestas que siguen diciendo que cuenta con más del 60% de empatía con su figura presidencial, pero es que pareciera que AMLO está buscando la forma de pegarle un buen golpe al avispero. Pareciera que todavía falta algo principal, algo fundamental, algo que impacte a todos, algo que mueva corazones, o tal vez falte “alguien” que sume todas las voces que gritan de quien ha sufrido un golpe, algo que una a todos los mexicanos con sus comentarios o acciones en contra de nuestros derechos.
Se han demostrado una y otra vez sus mentiras, particularmente en la que dijo que las fuerzas armadas van en sus cuarteles, con su discurso actual y los actos ejecutados; lo relativo a la corrupción que han encontrado una y otra vez gente como su hermano, su prima o sus colaboradores cercanos manchados de esa tinta indeleble; o de que no se iba a pedir más dinero prestado y es el sexenio que más deuda se le ha autorizado.
Se ha dicho de ideologías liberales, pero ataca a la prensa y hasta tiene su espacio de “quién es quién en las mentiras” en sus informes diarios; saluda a la mamá de un gran narcotraficante pero no se reúne con los familiares de niños con cáncer que exigen medicamentos; se dice feminista y reprime a las mujeres, no hay un plan a favor de su seguridad, elimina estancias infantiles y las organizaciones civiles pro mujer, ahora tendrán menos ingreso por orden fiscal.
Se dice un presidente demócrata pero se ha increpado con la mayoría de los sectores sociales; con el INE, con la Suprema Corte, con las ONG’s, con el INEGI, con el CONACyT, con el CIDE, con la UNAM, con los fifís, con la clase media profesionista, con los medios de comunicación y especialmente con la transparencia, al grado que emitió un decreto en contra del derecho a información sobre las obras de infraestructuras.
Ojalá que no le pegue tan fuerte al avispero que no quede ni una avispa, ojalá que ya termine la destrucción de lo poco que se ha construido, del poco trayecto recorrido en los últimos años.