ASÍ ES LA VIDA

Es gratificante ver cómo se van recuperando las costumbres y los acontecimientos que la pandemia se llevó por delante. La palabra normalidad comienza a recuperar su sentido aunque todavía queden matices. La experiencia me dice que todos tenemos ganas de disfrutar, de alejarnos del pasado y, sobre todo, de pasar página. La Gran Vía madrileña ha recuperado su bullicio, su trasiego, sus rutinas, su comercio y, por supuesto, sus teatros al completo. El Rey León que lleva diez años rugiendo en la capital ha vuelto a abrir sus puertas para trasladar a su público a la Sabana africana. Emociona ver a los espectadores deleitarse con el espectáculo y a todo el elenco de actores recibir el cariño de ese público que tanto han echado de menos. Los aplausos tras la función llevaban implícitos muchos sentimientos. Hemos vivido una experiencia muy dura, pero poco a poco vamos viendo la luz.
Una luz que se va perdiendo por días. Octubre está llamando a nuestra puerta y aunque todavía nos quede “el veranillo de San Miguel” por disfrutar poco se puede hacer ante el cambio de estación. Confieso que viviría en un eterno verano, pero el otoño ya ha llegado y con él muchas experiencias por vivir. Aunque todavía quedan meses para que llegue la Navidad, las colas para comprar lotería ya son evidentes. Para muchos estamos en el preludio de las fiestas, pero la realidad nos demuestra que hay que vivir en el día a día.
Un día a día que, obviamente, nos llevará al último día del año. Quizás, la maratón de Madrid, que se corrió en el pasado domingo, sea la prueba que ha dado el pistoletazo de salida a muchos corredores que se verán las caras en la mítica San Silvestre Vallecana. Volver a ver las calles así anima a cualquiera porque el silencio va cediendo paso a las risas, las conversaciones, en definitiva, vamos ganando esa libertad que perdimos para proteger nuestra salud. Todavía quedan restricciones, pero éstas cada vez son menores. Esperemos que la tendencia de los datos siga como hasta ahora y podamos celebrar el fin de este duro paréntesis.
Un paréntesis que nos ha marcado a todos. De una manera o de otra nos hemos tenido que amoldar a la situación. Ahora hay que recuperar el tiempo perdido porque la anhelada “normalidad” está cada vez más cerca. Por desgracia, la vida es caprichosa y ante los fenómenos de la naturaleza poco se puede hacer. De nuevo, la solidaridad de los españoles ha vuelto a ser la protagonista ante la erupción del Cumbre Vieja en La Palma. La Isla Bonita nos está dejando imágenes espectaculares que nunca habíamos visto, pero también y lo más importante de todo, testimonios desgarradores. En esta tragedia muchas personas lo han perdido todo. ¿Qué te llevas de tu casa si te dan quince minutos para desalojarla? Una pregunta que nos tendríamos que hacer todos. Responderla te pone los pelos de punta, pero ha sido y está siendo la realidad de muchos palmeros.
Una realidad que supera con creces a cualquier ficción que hayamos visto. Por eso, no olvidemos las lecciones que hemos aprendido porque en la vida hay cosas más importantes que tu equipo gane o pierda. La vida nos da la oportunidad de convertir nuestros sueños en realidad, pero también nos enseña a golpe de realidad. En fin, así es la vida.