La corrupción está en el aire

La mordida, el moche, el que no tranza no avanza, son parte de un ejemplo ilustrativo de corrupción normalizada, cotidiana y aceptada en nuestro país, el cual se ubica en el lugar 135 de 180 países de acuerdo al Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional (TI), a nivel regional las cosas no son muy distintas, ya que en la evaluación realizada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE),México se ubica entre las peores posiciones de América Latina y el Caribe, información que fue presentada en diciembre del año pasado.
Ahora bien, ¿Cómo definir lo que parece se ha convertido en un monstruo de mil cabezas? De acuerdo con TI, la corrupción es entendida como el abuso del poder público para beneficio privado asimismo, se relaciona con el mal uso de los recursos públicos en favor de algunas personas, sin dejar de lado que esta problemática engloba numerosas conductas las cuales no son bien definidas y por ende, no se encuentran tipificadas en la ley.
La corrupción ha logrado entrar en casi todos los rincones de la vida social y a diferentes escalas, para “resolver” cuestiones inmediatas que se dan a nivel de calle, en un trámite o pago de servicios que se supone son gratuitos, en la emisión de certificados escolares, en la asignación de plazas y proyectos de infraestructura, en la liberación de delincuentes a cambio de una paga, en la exoneración de impuestos, desvío de recursos etc., lo que debe llevarnos a reconocer que la corrupción no es una y sus manifestaciones son diversas, desde aquellas percibidas como “pequeñas corrupciones”, hasta entramados de redes que han derivado en excesos y abusos que impactan en la vida diaria.
El tema no es exclusivo de nuestro país, lo preocupante es el alto nivel de tolerancia al respecto, por lo que el verdadero problema parece que no es la corrupción, sino lo que puede considerarse su hermana siamesa; la impunidad, donde ante la falta de aplicación de la ley, se encuentran incentivos para continuar con este tipo de prácticas que no son castigadas, ya que si no pasa nada, existe quien se atreve a todo y cada vez se atreve a más.
El llamado es a prevenir e identificar aquellas prácticas indebidas que se dan desde el nivel micro y no permitir que actos que como sociedad nos ofenden e indignan, sigan siendo parte de una enorme lista de delitos que se quedan en total impunidad. No nacimos con la corrupción, no tenemos por qué acostumbrarnos a vivir con ella y mucho menos pensar que es algo cultural.
Cabe señalar que la corrupción no se da únicamente en las grandes empresas o en el sector gubernamental, y así como existen servidores públicos que se dedican a servir, tampoco se pretende negar que existen otros que se dedican a servirse pero, la idea es no generalizar y extirpar el prejuicio de que todo servidor público es corrupto, ya que se cuenta con evidencias del trabajo que muchos de ellos realizan y merece ser reconocido por la sociedad.
No hay recetas o fórmulas mágicas, pero ante los costos sociales, políticos y económicos, cruzarse de brazos no es opción, actualmente la corrupción parece ser la regla más que la excepción, lo que nos habla del enorme trabajo que se debe hacer. Comencemos por erradicar aquellas prácticas individuales que por más insignificantes que parezcan y se pretendan justificar pensando que no son equiparables con grandes estafas, contribuyen y forman parte de aquello que tanto mal nos hace……