La contienda rumbo al 2024

Con el décimo informe presidencial, más de 650 mañaneras y sin que López Obrador llegue a sus tres años de ejercicio del poder de manera formal, parece muy temprano para imaginar lo que pueda pasar en 2024, sin embargo, parece que los integrantes de los diferentes partidos políticos no están dispuestos a esperar, y desde ahora intentan, no quiere decir que lo logren, ponerse de acuerdo para llegar de la mejor manera a la sucesión presidencial, sin pasar por alto los Estados que en 2022 y 2023, habrán de renovar sus gubernaturas que tampoco es asunto menor.
Para comenzar, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), ha dado mucho de qué hablar esta última semana ya que, entre Alejandro Moreno, mejor conocido como “Alito”, dirigente nacional de este partido, y Ulises Ruiz, ex gobernador del PRI en Oaxaca, andan muy revolucionarios pero poco institucionales, y este último, pide la destitución del dirigente nacional tras los resultados obtenidos el pasado 6 de junio, donde no se ganó ninguna gubernatura y se perdieron las ocho que aún mantenían, solo que viniendo de quien cuenta con acusaciones de represión, desaparición forzada y detenciones arbitrarias, no resulta algo serio.
Aunado a esto, y a juzgar por la lista de diputados plurinominales, el nuevo PRI del que tanto hablaba Alito en campaña, no se ve por ningún lado, pues en el listado se encuentran los mismos de siempre, los Murat, los Moreira, el hijo de Gamboa Patrón, así como quien fuera secretario de Economía de Enrique Peña Nieto, Ildefonso Guajardo, entre otras distinguidas personalidades, y distinguidas, pero no necesariamente en el buen sentido.
Por otra parte, está Morena, quien decidió llevar a cabo tremendo festejo el pasado 1 de julio por una histórica llegada a la presidencia de la república hace tres años, pero aquel acto tuvo sus particularidades, y no se puede dejar de hablar del destape tan temprano de Claudia Sheinbaum como posible candidata a la presidencia de la república. Si tratamos de ver puntos a favor y en contra, en estos últimos no parece un acierto, ya que la coloca desde ahora en un escenario donde hace que se multipliquen los reflectores sobre su trabajo, tratando de magnificar o señalar los errores que llegue a cometer o que haya cometido, por otra parte, la coloca en el riesgo del ataque político de sus contrincantes internos, lo cual es natural por más actos de aparente unidad que se realicen como el de la semana pasada, unidad escenográfica pero en el fondo, se sabe que la pelea política es descarnada, pues en política no hay amigos, hay intereses.
Volviendo al tema de los dirigentes, está Mario Delgado, a quien tampoco le fue nada bien, ya que hay cierto enojo derivado de un pragmatismo desmedido, el cual abrió la puerta de Morena a una serie de personajes impresentables que desde ahora parecen estar alineados a una causa futura, es decir, a un posible proyecto de Marcelo Ebrard rumbo a 2024, quien se perdió el festejo al encontrarse fuera del país, sin embargo, con el caso de la “línea amolada” perdón, “la línea dorada”, no podemos darlo por perdido, pero es un hecho que seguirá cargando con la sombra de tan doloroso hecho y solo el tiempo nos hará saber los costos políticos que le dejará esta obra.
Si algo han hecho los partidos políticos, es mostrar la enorme capacidad que tienen de destruirse a sí mismos, preocupante que las mayores diferencias, insultos y descalificaciones no vengan de posibles opositores, sino del interior de sus grupos. Antes de pensar en el 2024, y estar perdiendo el tiempo en tonterías y falsos triunfalismos, más les valdría llamar a una reconciliación interna y ponerse a trabajar en un verdadero proyecto de partido que ofrecer a los ciudadanos.
La política tiene la cualidad de ser impredecible, tratar de comprender los sucesos políticos es un reto, y la política no debe limitarse a ganar elecciones. Por lo anterior, la inteligencia, la cautela y la paciencia, deben convertirse en la mejor arma de cualquier partido y sus dirigentes rumbo a unas próximas elecciones, y no olvidemos que en política veinticuatro horas, es mucho tiempo.