“No digas no puedo ni en broma, porque el inconsciente no tiene sentido del humor, lo tomará en serio, y te lo recordará cada vez que lo intentes” Facundo Cabral.

Tardé algunos años en entenderlo, captarlo, tatuármelo y ponerlo en práctica; aquella frase enigmática de mi señor Padre quedo impregnada a mi ser para cada segundo y aunque, confieso, en ocasiones es sumamente complicado, trato de aplicarla a cada paso que doy, a veces me causaba estragos y otra tantas (en su mayoría) me picaba la cresta y me alentaba a no claudicar. “…no puedo Pá…” me taladraba intensamente, me enojaba y al mismo tiempo no sabía lo que estaba produciendo en mí. Era como si el Dr. David Banner se presentara en mi torrente sanguíneo y entonces formulaba la estrategia para salir avante, entonces, solo entonces veía, callaba y captaba para aplicarlo inmediatamente, el resultado era obvio: ¡sí podía hacerlo! Y cualquier tarea de casa, de escuela, de trabajo y de vida, tenían (¡y tienen!) solución, menos la muerte. ¡La palabra derrota no existe en mi vocabulario, al menos no hasta que no intente absolutamente todo por evitarla, y aunque debo ser realista con aquellos pasajes y momentos en que en verdad hay situaciones y realidades que sobrepasan, no dejo de luchar, y no lo hago no obstante me carcoma la imaginación, la mente, sin embargo el miedo de pronto me pasme, si bien el dolor físico sea extremo, ja! a cada momento hay una oportunidad de levantarse, de seguir, de forjar y de seguir aprendiendo, cueste lo que cueste…
En la vida como en el deporte esta es una realidad, y si bien es cierto que unas veces se gana y otras se pierde, eso no es condición para rendirse, al contrario, es para tomar de la experiencia lo mejor y afrontar con nuevos y mejores bríos el siguiente minuto de vida, ese respirar que nos impulsa a ser y estar, a seguir, a darle, a echarle los kilos, a echarle las ganas, a ponerle fibra, valor y algo más… y aplica para todo, absolutamente para todo.
Hoy la muestra perfecta de esto en el deporte es claridosa. Se presenta más a menudo en el boxeo y/o en otras disciplinas, es tan elocuente como cuando un pugilista está casi al borde del descalabro que de pronto toda esencia y enseñanza de vida cae como un rayo e inunda todo el ser y emerge ese sentido de pertenencia y fortaleza mental y aunque muchos le dan sentido al corazón, creo categóricamente que es un cúmulo de todo, entonces cuando casi con rodilla al piso una honda de valor o quien sabe que sea, sale a flote y con un certero “martillazo” se vence a la adversidad, olvídate que derrotas a tu contrincante, sino que te lazas con el triunfo por no claudicar. Así ocurre, insisto en los cuadriláteros empero en todas las esferas del mundo deportivo y basta ver y entender un poquito esto cuando notamos como, por ejemplo, en el futbol de este pasado fin de semana, los de la franja del Puebla, dieron una muestra de fe y esperanza, pero más de fortaleza mental y convicción por amor propio. Estuvieron varios minutos en la lona, casi desfallecidos, pero nunca claudicaron, se aferraron de buena manera a su objetivo, fueron por él, se trazaron que pagarían caro la derrota y ¡así fue! ignoraron por completo esas palabras de: no puedo y fueron por las de: ¡miren como lo hacemos! Y lo consiguieron, en una clara manifestación de una grandeza humilde que comienza en cada latido, en cada respirar, y que aleja permanentemente esos miedos de llegar al éxito, donde aplica que solo lo consiguen quienes se atreven porque hoy más que nunca está y queda claro que nadie, absolutamente nadie tenemos asegurado el momento de gloria y más aún si no luchamos por ello. Las muestras son claras y eficaces, nos corresponde hacerlo cada uno de nosotros desde nuestras trincheras y seguir teniendo en el deporte y la Cultura Física, herramientas necesarias para erradicar males y ponderar felicidad.
Pásenla bien!!!