De símbolo de lujo a símbolo de torpeza

El avión presidencial ha sido un ícono del poder político que tiene el mismo presidente sobre la clase política, e incluso sobre el pueblo, debido que fue creado con lujos, solventando cada una de las mínimas necesidades presidenciales, del gabinete, de eficiencia tecnológica y seguridad.
No hay datos certeros, pero nuestro avión presidencial en México es sin duda uno de los mejores del mundo, con un costo exorbitante de casi 7 mil millones de pesos, circunstancia que violentaba la pobreza de más de 50 millones de habitantes, por eso fue un triunfo la frase “no puede haber gobierno rico en pueblo pobre”, porque tal lujo insulta la pobreza.
Según la Secretaría de la Defensa, se adeudan casi 4 mil millones de pesos, respecto del costo total del avión, pero el precio del avión actualmente es de 2 mil millones, según las estimaciones hechas por el propio gobierno federal.
De ahí la idea de venderlo que tuvo López Obrador, sin embargo, este tipo de aviones están hechos a medida, para ciertas necesidades que se ajustan poco a los posibles compradores, es decir, fue construido para cubrir todas las necesidades de un presidente, no de un empresario y por ello algunos especialistas, observaban difícil una venta así, ya que son muchos factores que se deben considerar. Como no fue posible la venta, AMLO quiso rentarlo, por lo que fue enviado a un hangar en California, mismo que costó 78 millones de pesos.
Como no se vendió ni se rentó, AMLO quiso rifarlo. Se imprimieron 6 millones de boletos, de ahí 3 millones los pagaron empresarios; un millón de boletos a hospitales COVID; es decir, que si se esperaba que el pueblo pagara el avión, según la Lotería Nacional, se vendieron 4.658 millones de cachitos, eso quiere decir que el pueblo compró 685 mil cachitos, de 6 millones posibles, de 30 millones que votaron por él. Donde la mitad fue comprada por ese grupo desdeñado por el propio AMLO, de empresarios neoliberales. Se vendieron un total de 78%de los boletos.
Cada recurso del gobierno tiene una etiqueta desde la aprobación de dicho presupuesto en el año previo, si alguna dependencia utiliza recursos para un fin diferente conlleva un demérito de las funciones y por tanto, un perjuicio en el erario público. Pues bien, aquí hay un delito que en su momento la Auditoría Superior de la Federación deberá que perseguir, porque un millón de cachitos fueron comprados por las propias dependencias para generar recurso (según) y comprar los insumos necesarios.
De la rifa se esperaba obtener 3 mil millones de pesos, pero se juntaron 2.3 mil millones; de ahí 2 mil millones son de premios, menos 500 millones del mantenimiento, menos mil millones de insumos médicos que se prometieron; es decir que faltan 700 millones y no se ha terminado de pagar el avión; si se vendiera el avión en 2 mil millones, aún faltarían 2 mil millones de financiamiento más los últimos 700 millones.
Hoy el avión presidencial pasó de ser un símbolo que le dio la victoria a AMLO, porque representaba el lujo impensable para un pueblo pobre, a ser un símbolo de la rigidez y necedad de una decisión absurda.