El error de todo profeta

Todos (me incluyo) alguna vez hemos estado fascinados por las profecías que vaticinan los máximos pensadores del futuro que, con oráculos, imágenes, con dibujos o en reflejos sobre el agua, conocen con mucha exactitud lo que depara el futuro.
Michelle de Nostradamus, uno de los mejores, colocaba en sus cuartetas fechas exactas, conjunciones o alineaciones planetarias para augurar la vida o muerte de reyes y dirigentes por más de 3 mil años delante de su propia época, incluso, fue utilizado como propaganda del futuro por el partido NAZI, ya que se utilizó para asegurar el poder con el que contaría en algún momento Hitler, pero de la misma forma, también fue usado con igual impacto propagandístico para profetizar su inminente derrota. Por su parte, Giovanna, una astróloga mexicana activa hace no más de una década, editó algunos libros de profecías con cierto porcentaje de aciertos, al punto que en alguna ocasión fue detenida en la aduana estadounidense para que explicara cómo es que sabía del ataque a las torres gemelas que profetizó años atrás.
La gran mayoría de los profetas son charlatanes, muy pocos han tenido aciertos, solo un par han sido reconocidos, pero ninguno pudo profetizar que en el año 2020 íbamos a estar más de 100 días encerrados para evitar el virus más contagioso y popular hasta ahora.
¿Cómo es posible eso? ¿A caso no tuvieron la fuerza para observar esta época? ¿No son tan buenos profetas? ¿Qué les pasó que ninguno de ellos atinó?
Primero he de comentar, que creo que existen fenómenos que no son comprensibles para el entendimiento humano, pero también creo que estos profetas cuentan con el sentido extraordinario de la lógica ya que en general han acertado en épocas recientes a la suya y sus “poderes” van desvaneciéndose poco a poco mientras corre el tiempo.
Todos colocan una tercera guerra mundial, la caída de la economía y la destrucción del mundo por el cambio climático, todas circunstancias que se han visto antes, que científicamente cuentan con probabilidad y que en algunos casos se inminente, es decir, nada fuera de lo extraordinario.
Dando repuesta a estos cuestionamientos, creo que ningún profeta puede predecir el futuro ni con exactitud ni en términos generales, más allá de lo que su propia lógica le dé. Ningún futuro está escrito y el apocalipsis es sólo uno de los muchos libros del compendio que constituye la Biblia, así de simple.
Debemos prevenirnos de lo lógico, de evadir la violencia, conciliar la sociedad, evitar la sobreexplotación de los recursos naturales, atenuar la huella biológica, generar energías limpias y renovables, es decir, encontrar un equilibrio entre el mundo que habitamos y nuestra propia existencia. No es un deseo hippie, sino una realidad científica, práctica y tangible.
Me parece que esta enfermedad es uno de los avisos que nos da el planeta sobre su autorregulación ecológica, con esto se nos obliga a regresar a ese orden. No es voluntad de alguien que exista la gravedad, es un fenómeno real y tangible, medible. El orden que se nos ha señalado no es la madre naturaleza de las caricaturas, es un hecho medible y fáctico, en tanto no sigamos esa lógica que ya ha sido observada, experimentada y entendida por los biólogos y ecólogos, estaremos cayendo en sobrerreacciones como ésta, la del confinamiento, para impedir nuestra merma como especia o extinción. Ojalá los tomadores de decisión entiendan estos “avisos” o que quien lea estas líneas genere conciencia para que cuando le toque tomar decisiones, observe estos hechos reales y lógicos para seguir en armonía con el planeta.