Delincuentes de cuello blanco

Cuando se habla de un delincuente, las imágenes que pasan por nuestra mente se asocian a personas con ciertas características físicas, una manera particular de vestir, de hablar y hasta de comportarse, que en conjunto llevan a un estereotipo de quienes cometen actos indebidos y por ende, deben ser sancionados conforme a la ley, sin embargo, a la luz de la segunda temporada de video escándalos, donde cabe señalar que la primera temporada se dio en marzo de 2004, con René Bejarano, quien en ese momento fungía como Secretario del actual presidente de la república en el entonces Distrito Federal, nos hace recordar que no es así, los delincuentes también pueden usar traje y corbata.
A 16 años de distancia de aquellos videos que hasta ese momento habían sido los mas recordados dentro de la política mexicana, donde se veía a funcionarios públicos con grandes cantidades de dinero, hoy, la historia nos alcanza y se repite al ser nuevamente espectadores de actos de total corrupción, donde se ve a servidores públicos con maletas repletas de dinero que por más que se le quiera buscar una explicación lógica y sensata, difícilmente la tendrá.
Lo que vive el país forma parte de un ejercicio que puede ser muy trascendente en materia de impartición de justicia, de manera particular refiriéndome al caso de Emilio Lozoya, que con declaraciones que se inscriben en el terreno de una negociación, ha señalado a servidores públicos a todos los niveles y de prácticamente todos los partidos políticos, lo que lleva a entender en gran medida el desencanto de los ciudadanos en materia política.
Resulta sorprendente el nivel de disciplina con el que en los últimos dos sexenios lograron mantener oculto este sistema de corrupción, donde en el México del “PRIAN”, parece que no pasaba nada y pasaba de todo. La delincuencia de cuello blanco ha estado entre nosotros por décadas, pero sin duda alguna, se hizo más evidente durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, donde los medios de comunicación jugaron un papel muy importante, pero no siempre de manera favorable, es decir, con medios de comunicación al servicio del poder, difícilmente se podía conocer abiertamente que era lo que estaba pasando.
No debemos desaprovechar la oportunidad de un verdadero cambio al que hoy se puede aspirar, pero esto, en gran medida debe ser impulsado desde la sociedad, por lo cual quienes contamos con la posibilidad de llegar a un público más amplio, ya sea desde los medios visuales o escritos, tenemos una gran responsabilidad de informar de manera clara y servir de caja de resonancia a fin de provocar el interés por parte de los ciudadanos sin intentar minimizar lo que está pasando, ya que existen elementos que deben hacernos pensar en lo que existe de fondo y en lo que nos estamos jugando en un caso como este.
Los videos presentados y los que probablemente nos falten por ver, son la muestra explícita de una profunda descomposición política, pero lo que debe motivarnos a seguir no es el morbo, se llama justicia. Pugnemos por la no repetición y por dejar de ser gobernados por delincuentes de cuello blanco.
Es lamentable ver a los integrantes de los partidos políticos actuando de manera desesperada con señalamientos de auténtica competencia para ver quién es más corrupto e intentando mostrar astucia para defender lo indefendible, bajo argumentos donde intentan hacer creer que lo que se ve en los videos no es lo que parece, y donde irónicamente piden el cumplimiento de un debido proceso que por años no les importo que estuviera ausente.
¿Qué es lo que se espera obtener de esto? venganza política o impartición de justicia. Si queremos mejores políticos y mejores gobernantes, también pensemos en ser mejores ciudadanos y no nos dejemos llevar por lo que quiere ser presentado por algunos medios, como un simple espectáculo mediático.