¿Cómo llegamos al 1° de Julio?

Llegamos. La historia de un país y del mundo entero se construye a cada momento, lo que hoy tenemos forma parte de un escenario que jamás imaginamos, pero la situación de México, no es el resultado de 2 años del triunfo del actual gobierno en las urnas, anterior a ello, tampoco estábamos en posibilidad de compararnos con países como Suecia o Noruega precisamente.
En las últimas semanas hemos sido testigos de una realidad que a veces causa miedo, otras, tristeza y algunas más frustración e indignación al no saber hacia dónde se dirige el rumbo de este país. La ola de violencia que se vive esta fuera de control y se ha convertido en una angustia constante. El pan nuestro de cada día es, despertar con un atentado en contra de un Secretario de Seguridad, con el asesinato de más de 20 personas en un centro de rehabilitación, o hasta con amenazas en redes sociales por parte de líderes del crimen organizado.
Lo que hoy tenemos no comenzó en 2018, esto, tiene sus orígenes desde muchas décadas atrás como resultado de una serie desafortunada de malos, muy malos gobiernos que hoy ya no están, pero las consecuencias siguen más presentes que nunca y tan profundo fue el daño, que no sabemos cómo darle vuelta a la página.
¿Cómo llegamos esto? La respuesta no debería costar tanto, miremos al pasado para entender el presente. Aquella declaración absurda de la lucha en contra del crimen organizado nos persigue y nos cobra factura cada día de manera más cruel. De manera posterior, un gobierno donde la impunidad y la corrupción se convirtieron en la marca del sexenio y tan es así, que seguimos sin saber que paso con los 43 alumnos normalistas de Ayotzinapa.
Aquel que siga pensando que esto es producto del actual gobierno es negar la historia de nuestro país, un país que ha contado con personajes que le han hecho mucho daño y señalar a un gobierno en particular tampoco ayuda, asumir que todas y todos los que militan o forman parte de un partido político son iguales, es totalmente injusto, no obstante, este debilitamiento de las principales fuerzas políticas tiene que ver con personajes que representan lo peor que pueden tener en sus filas, tal es el caso de Genaro García Luna con Felipe Calderón o Emilio Lozoya, durante el Gobierno de Peña Nieto, hombres que actuaban con el consentimiento de los expresidentes y por supuesto que son responsables de muchos de los problemas que hoy tenemos.
Esto, es parte del pasado que no podemos y no merece quedar atrás, la memoria es la lucha por la justicia, no debemos olvidar de dónde venimos porque la interpretación de los hechos puede variar, pero los hechos son los hechos.
A dos años del triunfo del actual presidente, 68.4% de los mexicanos aprueba su gestión de acuerdo con el diario El País y 56% de acuerdo con el Financiero, pero la simpatía y la popularidad de un mandatario no lo convierte en un buen gobernante. Para el ego del presidente puede ayudar, pero en la cotidianeidad no está dando resultados.
Nadie duda de las buenas intenciones del presidente, podemos tratar de sumarnos al llamado de serenidad y paciencia o mantener la esperanza viva, pero todo tiene un límite por lo cual vale la pena preguntarse si el problema no solo es que el presidente tiene otros datos, sino también tiene otra realidad.