“Los grandes cambios siempre vienen acompañados de una fuerte sacudida… no es el fin del mundo…es el inicio de uno nuevo…” Anónimo

…paso temprano por las raquetas y terminando de jugar te las devuelvo…así le decía a mi amigo de la secundaria: Casimiro, quien, a su vez, se las “volaba” a su hermano y así me las prestaba para ir a jugar squash. Un deporte que despertó mi interés debido a la gran movilidad, agilidad y destreza que se tenía y que se requería. Por supuesto gozaba de los momentos en que lo practicaba, pero sobre todo la unión y fortaleza que enlazaba con mis amistades que también disfrutaban el momento. Esas primeras raquetas, recuerdo, eran de madera y llegado el momento, pesaban tanto que lo dolorido de los hombros, brazos y muñecas eran un símbolo de haberlo intentado de la mejor manera. De pronto llegaron a nuestro país las raquetas de aluminio y cada día fueron evolucionando; por supuesto que cuando tuve chance de comprar un par (que acá las tengo eh) pues procuraba darles uso. Jugué con varios cuates y cuando me enfrenté a una dama, aprendí que en el deporte las líneas estaban abiertas para todo el mundo, la inclusión formaba parte de un ejercicio de justicia por hacer del deporte una herramienta para todos y de ahí, distribuirlo y llegar a expandirlo de la mejor manera.
A partir de esos años maravillosos, visualicé un completo nivel de sana competencia deportiva entre hombres y mujeres, sin temores, sin complejos, en forma compartida y con el formato universal de paz y aprendizaje perenne. Crecí con ello, jugaba por salud física, practicaba de todo y lo gozaba, lo disfrutaba, le echaba fibra, valor y algo más…era rico, sabrosón y terminando de jugar el clásico chesco era, aparte de una obligación el momento más sensacional al estrechar las manos y el abrazo que fundía un respeto entre ganador y derrotado. Hasta ahí quedaba el asunto y esperaba hasta el siguiente día acordado para renovar tus votos deportivos y tratar de salir airoso. Simplemente era sensacional.
Que complejidad de aquellas condiciones. Llegabas a la cancha y debías estar encerrado entre las paredes, jalando la puerta de concreto con la chapa para deslizar el cerrojo y quedar entre raquetas, pelotas de hule duro o blando (según el volado ganado) y un mar de gotas de sudor, y presto para hacer de la cancha tu mejor escenario. Cuando conectabas, sin querer queriendo, jajaja, a tu rival o viceversa, que común era darnos un abrazo con emotiva disculpa y seguirle para alcanzar los 15 puntos. O sea, nos apapachábamos, abrazábamos, y compartíamos las raquetas sin importarnos nada más allá que el ejercicio, la actividad física, el deporte y la perdurable amistad a prueba del tiempo. Pero hoy en día, de aquél embrollo no queda nada, absolutamente nada. No podemos saludarnos de mano, ni abrazarnos y en cambio hay que evitar todo tipo de contacto. O al menos eso se tendría que hacer y no jugarle al canelas para no arriesgarse ni arriesgar a los demás. Por supuesto que hay puntos de vista a favor y en contra. Al menos yo, creo que mientras no exista una real dimensión en liberar la forma deportiva en cualquier expresión, no debería jugarse a la ruleta rusa. No quiero bajo ninguna circunstancia expresar: ¡TE LO DIJE!
Sirva el anecdotario para celebrar y desearle todo el éxito del mundo a quien fue, sin duda, la mejor squashista del país, Samantha Terán, quien recientemente fue nombrada presidenta de la Comisión de Atletas de la Asociación de Confederaciones Deportivas Panamericanas (ACODEPA), con lo que coloca entre sus logros esta encomienda que seguro estoy habrá de llevar a buen puerto, porque fue capaz de luchar contra viento y marea en el argot deportivo en activo y desde el escritorio. Sabedora de los déficits que hay, de la exigencia que requiere la Cultura Física y el Deporte en general, que, con base en su delicada y rigurosa forma de trabajar, de la gran responsabilidad que ahora afronta, declaró en su momento que seguirá luchando por la promoción de su disciplina, pero lo que más me llama la atención y es digno de aplaudir y seguir es el gran compromiso total con todos los atletas de los diferentes deportes a nivel continental. Esto amigos, habla de lo bien que alguien como ella asume en aras de generar garantías de salud, educación y deporte, y no pensar solo en sus arcas.
Reconozco que el horno no está para bollos, pero los cambios deben ser razonables y efectivos y más aún cuando los gritos y sombrerazos están a la orden del día con la seguidilla del FODEAR, por fortuna cabe la prudencia y la defensa (espero que sea efectiva) de la Comisión de Deporte de la Cámara de Diputados, de la Comisión de la Juventud y del grueso de atletas, deportistas y entrenadores, medallistas y otros, quienes deseamos que esto sea la punta de lanza para la nueva era del deporte en México. Ojalá así sea.

¡Pásenla bien!!!