¿Cómo va nuestra salud mental?

Históricamente han existido temas de los cuales como sociedad nos cuesta hablar y más allá de nombrarlos y socializarlos se decide invisibilizar y dejar ahí, en aquel lugar donde no se tocan por una cuestión de prejuicios o desconocimiento, en esta ocasión me refiero a la salud mental.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el bienestar mental es un componente fundamental en la vida de los individuos, una buena salud mental hace posible que las personas materialicen su potencial es decir, lo que pueden llegar a ser, superar el estrés normal de vida, trabajar de forma productiva y realizar aportaciones a su entorno.
Asimismo, la salud mental incluye nuestro bienestar emocional, psicológico y social. Se relaciona con la manera en que pensamos, sentimos y actuamos frente a la vida, la manera de relacionarnos con los demás y la forma en que se toman decisiones, por lo cual es importante hablar del tema y entenderlo como un aspecto fundamental para el ser humano en las diferentes etapas de la vida, desde la niñez hasta la vida adulta.
Actualmente, la pandemia por coronavirus ha generado angustia y estrés acompañado del miedo que se genera ante situaciones que están fuera de nuestro control, pero no se debe perder de vista que el miedo es normal, es una manera que tiene el organismo para protegerse sin embargo, cuando la magnitud de los acontecimientos crece como ha sucedido en los sismos que hemos vivido por citar un ejemplo, el miedo se torna más intenso y puede desencadenar episodios de ira, ansiedad y hasta depresión.
Una medida implementada a nivel mundial ante la pandemia es el distanciamiento social, el cual pueden llevar a las personas a experimentar emociones negativas que dañan su salud mental y puede derivar en crisis nerviosas, insomnio, consumo indiscriminado de información mediática, compras de pánico, negación de comportamientos perjudiciales como limpiar o sanitizar los espacios en exceso y en general a la toma de decisiones equivocadas.
El fenómeno es el mismo, pero cada uno le hace frente de acuerdo a su propia realidad y el manejo previo que se tenga de sus emociones y sentimientos. En un país como México parece que estamos en desventaja, tomando en cuenta que por mucho tiempo se ha enseñado a guardar aquello que se siente, a no expresarlo porque socialmente no es bien visto, es una señal de debilidad o hasta incapacidad para afrontar situaciones difíciles.
Todo ha cambiado, no hay certidumbre y aun con ello se debe seguir lo cual para muchos no es tan sencillo. Gran parte de los temores que hoy siente la sociedad se relaciona con las secuelas que dejará esta situación, las consecuencias económicas que serán prácticamente en todo el mundo, sumado al tema que nos trajo a esto, un problema de salud que nos llevará a regresar a nuestras actividades con una dinámica distinta y con la consciencia de que existe un riesgo de contagio hasta que exista una vacuna.
No se puede negar el miedo, pero si enfrentarlo, reconocer aquello que sentimos y hacer uso de la resiliencia, un término que la psiquiatría y la psicología tomaron de la física y que se refiere a la capacidad que tienen los metales para regresar a su estado natural y todos los seres humanos contamos con esta capacidad de sobreponernos a la adversidad, algunos la desarrollan más que otros pero a lo largo de nuestra vida hemos logrado superar otras situaciones utilizando recursos internos y externos y esta vez no será la excepción.
Todos estamos aprendiendo sobre la marcha y superar esta situación depende de un trabajo individual e interno pero también de lo externo, de aquello que no depende de nosotros y debemos aprender a manejar. Ahora más que nunca se necesita de la empatía para salir de esto lo antes posible con actitud positiva pero no falsa, la salud mental es indispensable pero sin la intervención adecuada por parte del Estado en materia económica y social, difícilmente se podrá alcanzar.