El insólito regreso a clases

La vida ya no es igual, la dinámica familiar, laboral, escolar y personal poco o nada tiene que ver con lo que había sido y pensar que se puede seguir con ciertas actividades de manera “normal” es no haber entendido nada.
El día de hoy existen familias completas en casa lo cual no es sencillo, al pasar tanto tiempo juntos se ha evidenciado que no saben convivir, qué hacer con su tiempo y en algunos casos parece que no saben con quién vivían aunque esta situación se torna más compleja al no poder salir . El Coronavirus nos ha tomado por sorpresa a todos y los adultos normalmente son los responsables de decodificar el mundo a los integrantes más jóvenes y pequeños de la casa para transmitir aquello que sucede pero, cuando la situación le afecta a los adultos de la misma manera y al mismo tiempo, no se cuenta con el tiempo suficiente para procesarlo y comunicarlo de la mejor manera.
¿Cómo asimilar que aquello que parecía tan estable de un momento a otro cambia? Si los adultos no alcanzan a dimensionar la situación, como pedir que las niñas, los niños y los adolescentes lo hagan cuando aquella figura que tienen como referente se encuentra estresada, agobiada con preocupaciones y actividades que particularmente para muchas mujeres se han multiplicado al tener que trabajar desde casa, seguir al pendiente de las labores del hogar y ahora también deben ser maestras.
El pasado lunes el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, anuncio el programa “Aprende en Casa”, a fin de ofrecer clases a través de varios canales de televisión o Internet derivado de la emergencia sanitaria esto, para los alumnos de preescolar, primaria y secundaria de instituciones públicas. La intención es buena pero las buenas intenciones no siempre traerán buenos resultados.
Las condiciones de cada familia son muy distintas y de una situación que ya es difícil ahora para muchos lo será más. En un país donde la desigualdad es uno de nuestros mayores problemas existen familias que no cuentan con los recursos para cumplir con todas las actividades que se están solicitando de manera diaria. La falta de acceso a internet, a un equipo de cómputo y el dominio del uso de la tecnología por parte de algunos padres y madres de familia es más común de lo que se piensa o se quiere reconocer.
A lo anterior, falta sumar la poca o nula capacitación que recibieron los profesores que al no saber cómo dosificar las actividades o hacer una planeación sobre las mismas, han optado por solicitar una cantidad simbólica de tareas o irse al extremo al enviar una avalancha de actividades que difícilmente se cubrirían aun de manera presencial, sin olvidar a los docentes que cuentan con nulo acercamiento tecnológico.
La angustia de los padres es percibida por los hijos, la situación laboral y económica de muchos desde ahora es complicada. Los padres y madres de familia no son maestros y no tienen los conocimientos y habilidades que demanda cada nivel educativo pensando en familias donde se cuenta con infantes de primaria y adolescentes en secundaria, que si bien son más independientes dadas las circunstancias es necesario estar al pendiente de ellos, en el caso de preescolar se depende casi en su totalidad de la guía de un adulto pero, no en todos los casos los padres están en casa, existe quien sigue trabajando. El exceso de tareas puede abonar a un ambiente poco sano en el hogar y generar un sentimiento de frustración al no poder realizar las actividades escolares.
Nadie puede negar la importancia de la educación pero en una situación así, apelemos a la empatía y sensibilidad para establecer prioridades, llegar a consensos, tratar de ser flexibles y pensar si el día de hoy no es suficiente enfrentar una pandemia por coronavirus.