COMO ANILLO AL DEDO, LA REVOCACIÓN DEL MANDATO CONSTITUCIONAL

La ciudadanía mexicana ya lo venía pensando desde inicios de este mes de abril. Ejercer el derecho a la Revocación del Mandato a quien hoy, detenta el Poder Ejecutivo Federal.
Nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos ha sido recientemente –en diciembre del año próximo pasado- reformada para dotarnos de un derecho inalienable e imprescriptible que se contiene en la décima fracción del artículo 35 de la Ley de Leyes, es decir, el derecho a participar en el proceso de revocación del mandato. Reforma que está complementada en la fracción III del artículo 36 de la propia Constitución para manifestar, de acuerdo al procedimiento y organización a cargo del Instituto Nacional Electoral (INE), la voluntad y la exigencia de que concluya anticipadamente el desempeño del cargo del Presidente de la República a partir de la pérdida de la confianza en dicho personaje que fue electo democrática y popularmente. El detallito político reside, sin embargo, en el espíritu del adicionado último párrafo del artículo 84 de la propia Constitución.
Y vaya que ante las actuales circunstancias políticas, económicas, sociales y ahora hasta de salud pública, realmente “nos cayeron como anillo al dedo” las reformas para que de manera pronta y urgente se le revoque el mandato al titular del Ejecutivo Federal.
En efecto, el día de ayer, 14 de abril, el propio Presidente de la Republica, en su tradicional y cansina conferencia de prensa, él mismo se planteó la posibilidad de que se adelante el proceso de consulta para la revocación de su mandato previsto pero hasta para el año 2022, el cual, por ley, debe solicitarse al INE desde el mes de noviembre y hasta el 15 de diciembre de 2021 y éste Instituto emita la convocatoria para el efecto y ajustada a la ley.
“Esto –dijo el Ejecutivo Federal- ayudaría mucho para que se aminorara el ansia y que, en este tiempo, bajara el enojo, el mejor método para resolver diferencias es el método democrático”. Y como siempre, su percepción de las cosas está errada, no es precisamente aminorar el ansia y bajar el enojo.
Es que la mayoría de los mexicanos –más que aquellos “míticos y “empoderados” 30 millones de electores- no aprueban (no aprobamos) la cancelación de un aeropuerto, la desaparición de programas sociales, las actitudes de los secretarios del gabinete (ante la OPEP y sus consecuencias, así como con los connacionales en el extranjero, etc.), la abolición del estado laico, la preeminencia de los amuletos y afiches, sus consultas banqueteras para realizar obras públicas de capricho y contratos de adquisiciones (con adjudicaciones directas), cerrar ilegalmente fuentes de empleo (como en el norte del país) frenando además, el necesario y urgente desarrollo económico; y actualmente, la lentitud en el actuar ante la emergencia no sólo mexicana, sino internacional, de la pandemia del COVID-19, las erráticas políticas públicas y las nada creíbles cifras de infectados y de muertes por esta lamentable causa.
En tanto, la imagen de nuestro país y de sus autoridades ante el concierto de las naciones deja mucho que desear.
La Nación Mexicana requiere desde hoy y para su futuro, de un eficaz y eficiente jefe de gabinete y de un verdadero estadista.
Sígueme en Twitter: @sgvarelamaya.