El privilegio de la cuarentena

Hoy, parece que el mundo se detiene, que la sociedad de manera repentina hace un alto, los días en nuestro país y en gran parte del mundo transcurren de manera distinta. La calle no es igual, el ruido de las personas que van al trabajo y a la escuela no está, las voces de los niños y el claxon de los automóviles no se escucha. Lo que tenemos son calles vacías que nos hacen pensar que es un día de asueto, poco tráfico, autobuses y parques vacios, escuelas y establecimientos cerrados, hospitales que brindan atención de manera distinta. Quienes transitan o permanecen en las calles son ellos; lo que conocemos como trabajadores informales.
De acuerdo con información presentada por el INEGI en diciembre de 2019, el 56.7% de la población se empleó en puestos de trabajo informales, lo cual es una cifra alarmante al colocar a más de la mitad de la población en situación de vulnerabilidad al no contar con condiciones de trabajo reglamentadas, donde la mayoría carece de contrato y prestaciones sociales o jornadas laborales adecuadas.
La etiqueta de “informal” parece un término despectivo al confundirse con ilegal, lo cual estigmatiza a los trabajadores, los expone a tratos indebidos y afecta su autoimagen. La mayoría de estos, refiriéndome de manera particular a pequeños negocios, vendedores ambulantes y aquellos que ofrecen algún tipo de servicio como el bolear zapatos o hasta los conductores de transporte público, todos los días se levantan desde muy temprano y salen a realizar su trabajo de manera muy formal, apenas tomando un par de días de descanso al año, donde de antemano saben que es un día que no percibirán ingreso alguno.
La crisis sanitaria que hoy enfrenta el país golpeará de manera más dura a este sector de la población que “de por sí”, ya se encontraba en desventaja. Ante este aislamiento social propuesto tentativamente del 23 de marzo al 19 de abril, sus ingresos se verán severamente afectados, colocando en una situación de riesgo el bienestar de sus familias.
Para nadie es nuevo que México es muchos Méxicos, plagado de enormes desigualdades donde ante la crisis de salud, la crisis económica también se hace evidente y quedan al descubierto las condiciones laborales que imperan en el país por lo cual, es irresponsable e insensible que quienes son parte de un sector privilegiado que puede estar trabajando desde casa, critique a quien sigue saliendo a las calles a intentar ganarse la vida de alguna manera lo cual no es imprudencia, se llama necesidad. Para muchos el problema ahora es contar con una buena señal de internet para cumplir de manera exitosa su “homme office”, pero para otros, tiene que ver con satisfacer una necesidad tan básica e indispensable como comer.
Todos podemos hacer algo y ante la crisis se puede sacar lo mejor que tenemos como personas y como ciudadanos, apoyemos el consumo local ya que “en la tiendita de la esquina” seguramente no hay desabasto de papel higiénico para aquellos que por alguna extraña razón buscan tener este producto en grandes cantidades y tampoco existe una fila inmensa para pagar, más allá de crear nuevos problemas, pensemos en plantear soluciones, el camino no será fácil y esto, apenas comienza, tratemos de ser más empáticos y solidarios, sigamos las recomendaciones que aunque se repiten una y otra vez aun existen personas que no las toman en cuenta sin pensar que en este momento cuidar de sí mismo, es cuidar y pensar en el otro.