Publicidad que engorda

De acuerdo con el Instituto nacional de Salud Pública (marzo, 2023), en México, 36.7% de los adultos vive con obesidad, y 37.4% de los niños de 5 a 11 años presenta sobrepeso y obesidad. Esto coloca a nuestro país en el quinto lugar a nivel mundial. La obesidad no solo afecta la salud física y mental de las personas, también es un factor de riesgo de las principales causas de muerte en el país.

Durante el 2021 la obesidad fue responsable del 49% de las muertes por enfermedades del corazón; del 56% por diabetes; del 35% por tumores malignos; del 18% por enfermedades hepáticas y del 26% de las enfermedades cardiovasculares. Uno de los principales determinantes de la obesidad es la mala alimentación, detonada por entornos no saludables, así como el alto consumo de bebidas azucaradas y productos ultraprocesados donde destacan:  refrescos, jugos, leches saborizadas, galletas, pasteles, aderezos, papas fritas, snacks salados o dulces, helados, chocolates y caramelos, cereales endulzados, barras energizantes, mermeladas, margarinas, entre otros.

Estos productos están nutricionalmente desequilibrados. Tienen un elevado contenido en azúcares, grasas, sodio, y un bajo contenido en proteína, fibra, minerales y vitaminas, en comparación con los productos y comidas sin procesar o mínimamente procesados.

Desde 2008, la Organización Mundial de la Salud, realizó un llamado urgente a proteger a la infancia de la comida chatarra y las bebidas azucaradas con el fin de frenar la epidemia de sobrepeso y obesidad infantil nunca vista en la historia de la humanidad. Entre las medidas sugeridas destaca la prohibición de la publicidad de estos productos a niños, niñas y adolescentes, diferentes gobiernos comenzaron a tomar medidas, pero, aquí está el odioso pero, pues las grandes corporaciones no están dispuestas a perder y siempre encuentran como seguir manteniendo sus ganancias a cualquier costo y un ejemplo de ello es la contratación de los llamados “inlfuencers” y medios de comunicación.

En lo que respecta a los influencers, el mercado se amplió y no es raro encontrar a niños y niñas con miles de seguidores recomendando cereales llenos de azúcar, de colorantes y saborizantes sin mencionar que es publicidad, que aquello que recomiendan consumir bailando, cantando y en ambientes coloridos, no es verdad, pues alimentos que son una bomba de azúcar, jamás podrá ser buenos para la salud o se podrán caracterizar fundamentalmente por tener vitaminas y minerales.

Por otra parte, los medios de comunicación tampoco se quedan atrás y para muestra, la nota publicada por la revista nexos el pasado 14 de junio titulada: ¿Qué culpa tiene el tigre Toño? Las nuevas reglas de publicidad en alimentos preenvasados, donde a primera vista y desde una mirada crítica y objetiva, despierta suspicacias que una revista como esta publique una nota con un encabezado de este tipo, dónde señala que, con la entrada en vigor de las reformas al Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Publicidad (7 de marzo de 2023), se coloca “el último clavo en el ataúd de personajes animados que formaron parte de la infancia de millones de mexicanos, tales como el osito Bimbo, el tigre Toño, Melvin el elefante o Sam el tucán” ¿Por qué la revista nexos lamentaría una medida que busca contribuir a que México deje de estar entre los primeros lugares a nivel mundial en obesidad? ¿Qué gana? O bien ¿Cuánto gana por otorgar un espacio en la revista para abordar este tema desde esta perspectiva?

Volviendo al tema de los influencers, es necesario precisar que la información que difunden no es espontanea, ni genuina (reciben un pago por ello) y si es dañina para la salud, pues lleva a los espectadores a reproducir hábitos de consumo de las personas que admiran y esto, repercute en la salud pública. El estudio “Chatarra influencer”, realizado por “el poder del consumidor” y “la organización civil Tec Chek”, denunció que en México actualmente al menos ocho marcas: Nestlé, Coca-Cola, Kellogg’s, KFC, Danone, Bimbo, Snickers y Jumex, utilizan influencers para promocionar sus productos, los cuales no son precisamente los de mayor valor nutricional ni los más saludables.

Las grandes empresas hacen lo que quieren en redes sociales a costa de los derechos de la población consumidora pese a la regulación existente sobre los términos en los que se deben publicitar en medios alimentos y bebidas, las empresas no solo ignoran la ley, sino que utilizan a menores de edad para sus fines, y si bien pueden contratar influencers, la legislación dice que no se puede engañar.

Por otra parte, el llamado también es para los padres de familia, ya que, aunque no se permiten usuarios menores de 13 años en las redes, existen miles de cuentas administradas por mayores de edad para subir contenido de niños, niñas y adolescentes. De acuerdo con la UNICEF, en 45 minutos mirando contenido de Tik-Tok, Facebook e Instagram, el 69% de los menores de edad reciben publicidad de un alimento no saludable, es un hecho que, la alta disponibilidad y publicidad agresiva y omnipresente de estos productos ha desplazado el consumo de alimentos como frutas y verduras, tortillas de maíz y leguminosas que no tienen esta publicidad, ni estos personajes que sorprendentemente hoy hunden en la tristeza a la revista nexos: “el osito Bimbo, el tigre Toño, Melvin el elefante o Sam el tucán”

El problema de la obesidad nos ha rebasado, tenemos una niñez con un serio problema de sobrepeso y debemos borrar del imaginario colectivo que el niño “cachetón” es un niño sano, o que se es “gordito pero feliz”, eso no existe, pues al pasar de los años existen altas probabilidades de convertirse en adultos con un catálogo de enfermedades derivadas de una mala alimentación. Si bien es cierto que el nivel socioeconómico influye, también debemos fomentar la cultura de una vida saludable que incluya actividad física, pues no solo se trata de activarse, sino de alejarse de esa avalancha de publicidad que de manera indirecta, también “engorda”.